Padre Hugo Tagle

Familia: puro amor

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 11 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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El Papa Francisco lanzó la exhortación apostólica sobre la familia el pasado viernes. Este documento es de larga preparación, se incubó en el sínodo de la familia y es producto de reflexiones.”La alegría del amor” es el nombre que se escogió para titularla. Todo un programa de trabajo, revelador del espíritu de la carta. El acento papal no está colocado en las “obligaciones” sino en la alegría que produce el quererse, apreciarse, ayudarse mutuamente. Quien se preocupa de su familia, quien invierte tiempo y energías en ella, hace un muy buen negocio, el mejor de todos.

El Papa tiene conciencia de las dificultades de la vida matrimonial. La carta se hace cargo ellas. Aconsejo leer con calma el capítulo dedicado al amor matrimonial. El Papa comienza ese capítulo reflexionando en torno al así llamado “himno de la caridad” de San Pablo, donde la primera virtud que el apóstol subraya es la de la paciencia. “El amor, dice el Papa, tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía”. Luego, desglosa el resto de virtudes recogidas por San Pablo, llevando al plano concreto el amor matrimonial. La actitud de servicio, sanar las envidias; realizar el bien sin hacer alarde ni agrandarse. Ser amables y desprendidos. No ceder a la irritación. Saber contar hasta diez, antes de responder o decir algo. El Papa nos invita a ejercitarnos en el perdón, pieza clave en la vida matrimonial. Perdonamos con facilidad errores de otros, en el trabajo o amistades, y a la propia familia, sobre todo el cónyuge, no le dejamos pasar ni un solo error. Y continúa acentuando la importancia de saber disculpar, confiar, esperar y soportar con humildad los errores del otro.

El Papa Francisco es consciente que amarse “para siempre” es difícil, pero no imposible. Concluye este capítulo con una reflexión muy importante sobre la “transformación del amor”. “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”. En dos palabras, “querer querer al otro”. En esto del amor, hay bastante de pasión, pero mucho más de voluntad, fortaleza interior y ganas de amar. El texto aborda los casos complejos de matrimonios divorciados y “otras formas de matrimonio”. En todo, debe reinar la caridad pastoral, buen tino, criterio y sobre todo, la misericordia para acoger.

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