Padre Hugo Tagle

Gerofobia

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 24 de abril de 2017 a las 04:00 hrs.
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La población mundial envejece a una enorme velocidad. Hoy el 8,5% de los habitantes del mundo tienen más de 65 años, cifra que en 2050 representará el 17% (1.600 millones). Así lo señala la oficina de Censo de EEUU en su informe anual.

Según éste, Chile está entre los países que más rápido ha realizado el proceso de envejecimiento poblacional. Lo que para países desarrollados tomó más de 100 años, en Chile ha tomado 42. Y de seguir así, desde 1999 hasta el 2041, se triplicará su población de tercera edad.

El fenómeno tiene varias razones. Entre ellas, el explosivo aumento en la esperanza de vida. Ya hablamos de “la cuarta edad”. A esto se suma el impacto de la disminución de las tasas de natalidad, lo que ha provocado mudanzas en la configuración poblacional chilena y mundial.

Se plantean grandes desafíos. Entre ellos, garantizar un sistema de jubilación básico universal, desmitificar la idea de la vejez asociada a la fragilidad, potenciar sus talentos y capacidades. Dar mayores posibilidades a los ancianos en una integración más efectiva a la vida social.

Chile y el mundo se han vuelto canosos. Jamás en otro tiempo hubo tantos individuos alcanzando una edad avanzada. Sin embargo, como dijo Lincoln “al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”. Combatamos la “gerofobia” -el miedo a envejecer-, que surge paralelamente a esta conquista por más años de vida.

La mayor edad no es tragedia. Puede y debe ser una “edad de oro”, que regala más y mejor tiempo de ocio útil, posibilidad de crecimiento y nuevas experiencias. Debe llenarse con cultura, vida sana, deporte, ayuda a otros. A su vez, más tiempo de oración y contemplación. “La fe infunde serenidad en la vejez, no considerada y vivida ya como espera pasiva de un acontecimiento destructivo, sino como acercamiento prometedor a la meta de la plena madurez” dice Juan Pablo II. “Son años para vivir con un sentido de confiado abandono en las manos de Dios; un periodo que se ha de utilizar de modo creativo, creciendo en la vida espiritual”. En efecto, uno de los grandes apostolados de la vejez es la oración. Con ella, se conserva y aumenta el gusto por la vida, que madura en cuantos tienen una experiencia espiritual profunda. Bien aprovechados, esos 10 o más años “extra” que nos regala la modernidad, no solo son un desafío, sino pueden ser de enorme provecho para uno mismo y la sociedad.

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