Padre Hugo Tagle

Ha llegado carta

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 4 de junio de 2018 a las 04:00 hrs.
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Ha llegado carta. La segunda que envía el Papa Francisco a la Iglesia en Chile y, porqué no decirlo, a todos los chilenos. Habla de "superar una cultura de abusos", de crecer en la capacidad de escuchar y atender; de tener especial atención a los más desvalidos y marginados. Son criterios que valen para todos, no sólo para los creyentes. Pero sí, evidentemente la carta está dirigida a los católicos en primer lugar, quienes a través de nuestro buen ejemplo, creamos esa nueva cultura que necesita nuestra patria.

El encabezado de la carta es muy significativo. La dirige a “El pueblo de Dios que peregrina en Chile”. Acertado el título. Somos aves de paso, peregrinos, y la Iglesia “semper reformanda”, santa en sí misma, pero compuesta de pecadores.

Lo dice Lumen Gentium: “La Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza contínuamente por la senda de la penitencia y de la renovación”. El Papa Francisco invita a una “especial transformación eclesial”. Asimismo, señala que “desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza”. Y en eso, están invitados todos, creyentes y no creyentes. La cultura del abuso, del atropello de los derechos de los demás, debe erradicarse definitivamente de las relaciones humanas. “En el Pueblo de Dios no existen cristianos de primera, segunda o tercera categoría. Su participación activa no es cuestión de concesiones de buena voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial”, señala el Papa en su carta.

El Papa recuerda la “valentía y coraje” de las víctimas de abusos por parte de miembros de la Iglesia católica chilena, que “no se cansaron de buscar la verdad”. “En primer lugar, sería injusto atribuir este proceso solo a los últimos acontecimientos vividos. Todo el proceso de revisión y purificación que estamos viviendo es posible gracias al esfuerzo y perseverancia de personas concretas que, incluso contra toda esperanza o teñidas de descrédito, no se cansaron de buscar la verdad; me refiero a las víctimas de los abusos sexuales, de poder, de autoridad y a aquellos que en su momento les creyeron y acompañaron”, destaca.

Vamos por buen camino. Los invito a leer con detención la carta, a dejarse interpelar por ella. Cada uno, desde su ámbito puede contribuir a esa cultura del encuentro, de la dignificación del otro. Es una invitación a una conversión del corazón, clave para un cambio social.

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