Padre Hugo Tagle

Hay luz al final del virus

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 30 de marzo de 2020 a las 04:00 hrs.
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¡Qué no se pierda la esperanza! Recordemos la frase de Nietzsche: “Lo que no nos mata, nos hace más fuertes”. Pidamos la gracia de salir fortalecidos de esta tragedia, más resilientes; quizá cansados, pero no abatidos. Con los sentidos aguzados, solidarios y generosos, robustecida el alma y voluntad. Esta calamidad debería llevarnos a ser más creativos en la búsqueda de soluciones para los más diversos problemas, desde domésticos –hace tiempo que no estábamos tanto tiempo en la casa–, hasta globales como transporte, salud, seguridad, laborales.

Deberíamos crecer en humildad, comprensión ante el dolor y la fragilidad ajenos. La incertidumbre y amenaza ante un contagio –“me podría tocar a mí”– nos llevarán a ver en el otro realmente un hermano, alguien igual a uno, que me necesita y del cual yo necesito. La solidaridad no es un añadido exótico, algo extra en el entramado social: pertenece a su esencia. Somos intrínsecamente interdependientes. Las diferencias desaparecen al momento de las calamidades. Y ésta es una de ellas. Y de las grandes. Sus coletazos se harán sentir por años en el mundo entero.

La economía mundial se ha resentido enormemente. Y los que más pierden y perderán son los que menos tienen. Tanto más debemos crecer en solidaridad y buscar fórmulas de conservar los trabajos, compatibilizarlos con el cuidado de la salud y la mantención de los suministros esenciales. Un delicado equilibrio. Todo un complejo arte en el que se requieren buenas ideas y no sólo críticas, ser propositivo antes que destructivo. Si tiene buenas ideas, no dude en aplicarlas ahí donde está, y luego compartirlas con otros.

Nos debería quedar claro que esto es un barco en que todos nos salvamos o perecemos. Si la epidemia no hace distingos, tampoco la caridad y justicia deberían hacerlo.

El Papa Francisco invitó el miércoles pasado a todos los cristianos a rezar el Padre Nuestro. La oración más rezada de la humanidad. Nos habla de un Dios que nos ama, que nos cuida y quiere lo mejor para hombres y mujeres. El viernes pasado invitó nuevamente al mundo a unirse en oración, implorando al Dios de la vida que nos libere de este mal que nos asola.

Quizá usted mismo lo siguió. Pidió especialmente por los enfermos (indulgencia plenaria incluida. Averigüe qué es), por el personal de la salud, las autoridades sanitarias y civiles. ¡Hace tiempo que el mundo no rezaba tanto! En víspera de la Pascua, aproveche de seguir haciéndolo, buen lector. Dirija la mirada, el corazón a Dios, y déjese querer e iluminar por Él.

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