Padre Hugo Tagle

Hora de balances

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 29 de diciembre de 2014 a las 05:00 hrs.
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Atrás quedó Navidad y nos adentramos en el 2015. Aunque, la verdad, seguiremos celebrando Navidad un par de semanas más. Es una fiesta tan importante que la Iglesia le dedica ocho días más. Pero, desde el punto de vista civil, el calendario nos abre al inicio de un nuevo año. Justo tiempo de balances y de lanzar líneas para los próximos doce meses.

Le sugiero aprovechar estos días de inicio del año para hacer un balance personal. Quizá ya pasaron los arqueos de caja, rendimiento de cuentas laborales y demases. Es parte de la rutina de trabajo. Pero, el más importante de los balances es el de la vida personal ¿Cuál o cuáles fueron las grandes alegrías del año pasado? ¿Cuáles las tristezas? ¿Cuál fue mi aporte a mi familia, lugar de trabajo, grupo de amigos, vecindario? Esta última pregunta no es menor. Preguntamos poco por nuestro aporte a los demás.

Luego, lance líneas para el año. Tenemos 360 días para hacer el bien y dejar este mundo un poco mejor de lo que lo encontramos. Cada grano de arena vale. Considere que el solo hecho de estar vivos un año más es ya un gran regalo de Dios; motivo suficiente de agradecimiento. Pero a su vez, ello implica una gran responsabilidad. Si Dios me da un año más de vida, quiere que haga algo bueno de él.

Ponga su buena cuota de fe y esperanza en lo que realice. Así el mundo se volverá un mejor lugar para vivir. Por lo tanto, comience el año con una actitud positiva.

Tres simples propósitos. El primero, en relación a los demás. Vivimos preguntándonos qué provecho sacaré de tal o cual acontecimiento o situación. Llegó la hora de preguntarse más por el cuál será mi aporte al lugar donde trabajo o vivo, sea entre los compañeros, vecindario o grupo familiar. Al término del año ese esfuerzo por darse redundará en mayor felicidad para usted. Se gana más en dar que en recibir. Siempre hay alguien en el entorno más necesitado que uno. Rememore las vivencias positivas del año pasado y entierre las negativas. No alimente rencores, que de nada sirven. Solo envenenan el alma. Propónganse un buen objetivo y compártalo con sus seres queridos. Eso le ayudará a cumplirlo.

El segundo propósito tiene que ver con usted mismo. Póngase exigencias altas. Mejor pocos pero buenos propósitos. Y valore más las pequeñas alegrías cotidianas. Para ser feliz, se requiere poco. Así ayudará a que otros también lo sean.

Y en tercer lugar, mejore su relación con Dios. Cualquiera sea su credo o religión, practíquela. Quien vive y práctica sus creencias, vive en mejor sintonía consigo mismo, con el entorno y con los demás. Dios no decepciona ¡Feliz y próspero año 2015!

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