Padre Hugo Tagle

Küme tünngün ta niemün

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 19 de noviembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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“La paz esté con ustedes”. Con estas palabras en mapudungún comenzó el Papa Francisco su homilía en Temuco. Deseando la paz. Ya antes había saludado: ¡Mari, Mari! (¡Buenos días!)

Y nos recordó el gran desafío de hoy: “Una de las principales tentaciones a enfrentar es confundir unidad con uniformidad. Jesús no le pide a su Padre que todos sean iguales, que todos sean idénticos; ya que la unidad no nace ni nacerá de neutralizar o silenciar las diferencias. La unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizada”.

Y continúa: “La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformidad asfixiante que nace normalmente del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás”.

Se trata de construir unidad en la diversidad, que es la mejor forma de riqueza. Las palabras de Francisco en su visita a la zona son más vigentes y actuales que nunca. Duele Arauco. No podemos dejar de convencernos de que sólo el diálogo, la búsqueda de paz y acuerdos es el camino del progreso y estabilidad. Los actos de violencia en La Araucanía sólo traen más pobreza, aislación y odio.

El Plan Araucanía, que fue un fruto de todos los actores involucrados en el conflicto, es una buena carta de ruta, aunque siempre perfectible, para sacar del aislamiento y pobreza a una zona históricamente marginada. La inmensa mayoría del pueblo mapuche quiere paz. Los grandes perdedores con el conflicto son los mismos mapuches, sobre todo los más pobres, mujeres y niños. ¿Cómo no ofrecerles un futuro mejor, de progreso y oportunidades al igual que a todos los demás chilenos?

Muchos se sienten amedrentados por los violentos. No hay que dejarse amilanar por unos pocos que lucran de la pobreza y marginación de una mayoría. Pero el camino no son más armas. La violencia termina volviendo mentirosa a la causa más justa. Hay que continuar con el diálogo y reforzar los puntos de encuentro: salud, educación.

En Chile, nadie sobra. Construir sociedad es combinar los derechos de los distintos actores, donde se exige generosidad, magnanimidad y esa voluntad cívica de querer la paz. Como bien lo recordó el Papa en Temuco, todos somos, en cierta medida, “pueblo de la tierra” (Gn 2,7), “mapuches”, llamados al “Küme Mongen”, al buen vivir, como nos lo recuerda la sabiduría ancestral del pueblo mapuche. Y ese Küme Mongen sólo será posible en conjunto, con el otro y a partir del otro, como hijos de una misma tierra.

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