Padre Hugo Tagle

La bendita confianza

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 16 de marzo de 2015 a las 04:00 hrs.
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El presidente de la Sofofa llamó a recomponer confianzas y a trabajar desde todos los sectores para recuperar la credibilidad de las instituciones. "En los últimos tiempos, los escándalos por malas prácticas empresariales han ido agravando una persistente caída en la confianza de los chilenos hacia sus instituciones", dijo Hermann Von Mühlenbrock en un seminario sobre Economía.


En efecto, sin confianza, el entramado social no funciona. Al final del día, son esos intangibles los que le dan sustento y estabilidad al conjunto. Pero la confianza se debe ganar. Y trabajando duro. El valor de una marca es logrado a punta de esfuerzo, integridad, consistencia, veracidad y disciplina. La confianza es tan enclenque que, por muy ganada que esté, en un santiamén se puede desmoronar. Sucede en todos los planos: familiar, amoroso, laboral. "Ha llegado el momento de tomar conciencia de lo extraordinariamente peligroso que es que los chilenos no creamos en el aporte y honestidad de nuestros empresarios", dijo el jefe empresarial. Lo que vende un empresario o emprendedor al final del día no es detergente, papas, bebidas o bencina. Es confianza. Es la certeza de que el proveedor cumple y, lo más importante, es honesto. "Debemos hacernos cargo todos y cada uno de nosotros de revisar nuestras formas de operar, de mirar menos la paja en el ojo ajeno sino que mirar nuestras propias faltas", agregó el timonel gremial. Podemos sacar muchos trapitos al sol y descuerar a quienes tenemos en la vereda del frente, pero al final del día la invitación es a una introspección de mi propia forma de actuar; de mi honradez e integridad ¿He sido honesto en el pago de sueldos? ¿Pago las imposiciones? ¿Trato de cumplir al día o regateo hasta el límite, exasperando hasta el cansancio? El tema económico no es baladí. Un cristiano, un hombre de fe, se juega aquí la salvación. Pues bien, a tomarlo en serio. El cumplimiento de las leyes sociales, la justicia económica, no son el pariente pobre de la moral cristiana sino uno de sus pilares fundamentales. No sirve de la nada la fijación obsesiva y el discurso repetido en torno a los temas en el orden de la moral sexual si no se cubre y responde bien a las conductas anómalas, inmorales, en el área económica. Al final, esa otra preocupación parece más una cortina de humo para esconder quien sabe qué suerte de irregularidades.


La exigencia de integridad en el área laboral es de primer orden. Ha llegado la hora de ponerse manos a la obra y desempolvar esos valores de integridad, honradez, probidad, que tanto necesitamos. Comience por casa.

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