Padre Hugo Tagle

La rana sorda

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 4 de septiembre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Circula por internet una buena moraleja que quiero compartir con usted, amigo lector. Se trata de un grupo de ranas que saltaban por un bosque. De repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Las demás ranas, asustadas, se reunieron alrededor del hoyo, para ver si podían ayudarlas de alguna forma. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, las ranas de arriba le gritaron a las dos en el fondo que, para efectos prácticos, se debían dar por muertas. Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenia caso seguir luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió, las otras ranas le dijeron: “Nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos”. La rana les explicó que era sorda, y pensó que la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

Podemos sacar varias lecciones de este cuento. La primera, es que la palabra tiene poder de vida o muerte. Una palabra de aliento a tiempo a quien se siente desanimado puede ayudar a levantarlo y a terminar bien el día, la tarea, o la vida misma. Al revés, una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir. Que nuestras palabras sean siempre de consuelo y aliento. Tengamos cuidado con lo que decimos. Que nuestra boca sea fuente siempre de comentarios constructivos. Y si vamos a criticar, que sea para construir.

La segunda lección tiene que ver con nuestras capacidades. Somos capaces de mucho más de lo que creemos. “Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar; lo bueno es que la abeja no lo sabe”, dice una sentencia popular. En efecto, si atendiésemos solo a nuestras debilidades, no nos levantaríamos nunca. De todos los mamíferos, el ser humano es el más débil. Por contextura física, deberíamos vivir peor y mucho menos. Es la voluntad e inteligencia lo que nos hace capaces de lo imposible.

¿Qué tal si hacemos oídos sordos a las cosas negativas y comenzamos a animarnos y a hacer algo todos para que este tiempo que nos toca vivir, sea mucho mejor para todos?

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