Padre Hugo Tagle

La verdad libera

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 18 de junio de 2018 a las 04:00 hrs.
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Se ha escrito bastante sobre el tema. Pero es bueno insistir: la verdad libera y perfecciona. Lo que vivimos en materia de transparencia, denuncia y condena de abusos en todos los planos, nos llevará a ser una mejor sociedad. En materia religiosa, la verdad, nunca habíamos estado tan bien. Este tiempo doloroso ha traído luz, abierto las ventanas de la Iglesia y la sociedad, aireando una atmósfera aparentemente perfecta, pero donde abundaba un aire viciado; obligando a “sincerándonos”, tirando caretas, desnudando la verdad.

Hoy, como nunca, se persiguen delitos que antes se barrían bajo la alfombra, se ninguneaban o ignoraban. La tolerancia cero contra el abuso, su persecución y castigo, le ha hecho un enorme bien a la sociedad, y a la Iglesia en particular. Antes la gente no era mejor que ahora. Basta ojear ligeramente un texto de historia para comprobar que se vivía mucho de apariencias. Hoy se combate el delito en forma eficaz, haciendo realidad la igualdad ante la ley.

Esta llamada de atención debería redundar en un mejor trato, mejor convivencia. Los tribunales de justicia son el lugar para dirimir las diferencias. Es el camino civilizado construido como sociedad democrática. Nunca más un reclamo no acogido. “La verdad nos hace libres” (Jn 8,13) Todo lo que ayude a la verdad y justicia, nos hace más humanos, mejores, fortalece las instituciones.

Nunca habíamos sido tan libres para optar por nuestra fe, al menos en el mundo occidental. Hoy, como nunca, cada uno es llamado a decidirse de nuevo por su fe, por Cristo y su Iglesia. El Sí de quienes se bautizan, se confirman, de quienes deciden casarse por la Iglesia, tiene el gran merito de descansar en la firme y libre convicción de que Jesús conduce su barca, de que es Él el sentido, norte y guía de la vida cristiana.

El vía crucis que vive la Iglesia chilena hay que aprovecharlo como una oportunidad para revisar los presupuestos de la fe personal, la vida de oración y sacramental, el cariño a Jesús, el amor y servicio a los demás. Porque, al final, de eso se trata. Somos todos obreros en esta viña. Distintas funciones, carismas, pero un mismo servicio a las personas y a Dios.

En ese sentido, lo vivido por la Iglesia constituye una seria interpelación a otros credos religiosos donde esta libertad simplemente no existe. La Iglesia, barca de remeros libres, interpela como un faro profético a otras religiones para que permitan esa libertad que sus fieles no tienen.

La fe hace bien, es un servicio para una sociedad necesitada de más humanidad, justicia y fraternidad.

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