Padre Hugo Tagle

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Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Viernes 3 de julio de 2015 a las 04:00 hrs.
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Los nuevos estándares para medir la contaminación han convertido las alertas, preemergencias y emergencias ambientales en nuestro cotidiano pan invernal. La autoridad opta por lo más fácil y efectista: prohibir que los automóviles circulen y que las industrias funcionen. Probadamente, ni se remedian con ello los efectos ni se atacan las causas. Por vía administrativa, y en un modo de comunicación atípico y por lo general tardío, ciudadanos que han cumplido todos sus deberes de fiscalización, revisión, seguridad, salubridad y pago de tributos ven afectado, en su esencia, el ejercicio de sus derechos de propiedad, libertad de trabajo y circulación; lo que está constitucionalmente prohibido incluso por vía de preceptos legales. Terminan, así, perdiendo tiempo y dinero, costeando elevadas multas por una infracción con frecuencia inculpable, y rumiando la impotente frustración de contemplar a diario la impunidad gratuita de vándalos y delincuentes virtualmente intocables.

En interminable espera de que los ingenios cesantes apliquen su inteligencia y propongan algo mejor que prohibir y paralizar, existe un recurso probadamente eficaz para limpiar el aire y fertilizar la tierra. Está al alcance de cualquiera. Se puede utilizar en todo tiempo y lugar. No tiene efectos dañinos colaterales. Es totalmente gratuito. Se llama: orar. Es conversar con Alguien más sabio y potente que nosotros, y que se deleita al ser invocado como Padre. Conoce, antes que se lo digan, la necesidad básica de sus hijos: pan y agua. Primero el agua, porque sin agua no hay pan y no hay vida. ¿Cómo podría, el Padre de la vida, permanecer en silencio y dormido, indiferente al clamor de millones de hijos que sin agua no comerán pan? Una lógica elemental preceptúa que el que no sabe, pregunte al que sabe; el que no tiene, pida al que tiene; el que no puede, ruegue al que todo lo puede. Es la lógica del niño pequeño. La lógica de Jesús, orante y maestro de oración: "Padre, danos hoy nuestro pan de cada día". Jesús ya mostró su poder sobre vientos y mares, como antes Moisés sobre océanos y rocas desérticas. Nada es imposible para el que ora con fe. La oración, filial, humilde, perseverante nos da poder sobre el Todopoderoso. Elías oraba, y llovía. Oraba, y dejaba de llover. La oración de la fe es la energía más poderosa del Universo. Ningún proyecto ecológico puede prescindir de esa oración. La transversal alabanza al Papa Francisco por su encíclica ecológica tiene raigambre teológica. La Tierra, el Universo son obra y propiedad de Dios. Dios es el primer interesado en su limpia, fecunda conservación. Si la Tierra necesita lluvia, el hijo pida a su Padre que envíe la lluvia. Y pídalo en comunión con 6 mil millones de hermanos. Cuando se ora así, Cristo está en medio de los orantes. Pedid, unánimes. Lloverá, pronto.

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