Padre Hugo Tagle

Los eternos en la mira

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 3 de agosto de 2020 a las 04:00 hrs.
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Recuerdo a un amigo de la universidad en los años ochenta que hablaba de sus padres como “los eternos”, haciendo referencia a “su mucha edad”. Los padres en cuestión no tenían más de 55 o 60 años. Para un veinteañero, eso era una eternidad.

En esos años, pasar esa edad era iniciar el cuarto menguante en cuanto a las expectativas de vida. Hoy, gracias a la mejor calidad de vida y avances en medicina, vivimos más. Los 60 son casi una nueva etapa en la adultez. Ya se empieza a hablar de “la cuarta edad” para los que superen los 80. Con el drama del coronavirus, la tercera edad ha ocupado la atención social. Surgen aquí nuevos desafíos para la sociedad en su conjunto. La discusión en torno a las pensiones tiene relación con eso: dar una buena calidad de vida, una vejez decente, a quienes están al final del camino.

El domingo pasado celebramos a San Joaquín y Santa Ana, patronos de los abuelos. En esa ocasión, el Papa Francisco invitó a los jóvenes “a que hagan un gesto de ternura hacia los ancianos, especialmente los que están más solos, en casas y residencias, aquellos que no han visto a sus seres queridos durante muchos meses”. Invitación abierta a todos. Nos recordó que “en cada anciano hay un abuelo”.

El Papa nos desafía a usar “la fantasía del amor”. Con gestos tan sencillos como llamadas telefónicas, videollamadas, mensajes; escuchar y conversar con algún anciano solo en hogares, barrios o edificios.

Se han publicado en diversos medios varios “reclamos” de mayores de 75 años por las restricciones impuestas a ellos en esta etapa de semi apertura. Se entiende que son el segmento de mayor riesgo. Pero tanto mayor es el desafío de regalarles una simple alegría, un llamado telefónico o saludo virtual.

Hay barrios o comunidades de propietarios en edificios organizados para compras y mandados a los de la tercera edad. Es que tan mortales como el coronavirus son la soledad y abandono. Quizá más. El círculo familiar de muchos ancianos es muy reducido y varios terminan solos, deprimidos.

El Papa Francisco nos recuerda que los ancianos son nuestras raíces. “Un árbol separado de sus raíces no crece, no da flores ni frutos. Por eso es importante la unión y la conexión con sus raíces. Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”.

“Nadie se salva solo”, es el lema de las campañas de solidaridad de la Iglesia en este tiempo de pandemia. Un elemento salvador de vidas es la compañía, el afecto. Una simple llamada puede “hacerle y alegrarle el día” a alguien que está solo. Tome el teléfono. No lo dude.

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