Padre Hugo Tagle

Mensajero de la vida

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 3 de abril de 2017 a las 04:00 hrs.
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Entre el primero y el seis de abril de 1987 estuvo el Papa Juan Pablo II en Chile. Seis días que fueron una pura fiesta de encuentro, alegría y emociones para los chilenos en esos años complejos. La visita no estuvo exenta de tensiones y momentos dificiles. Más de la mitad de los chilenos no la vivió. No habían nacido o tenían algunos pocos años de vida.

Vendrán en el futuro algunos Papas más. Pero no habrá otra primera vez. Y menos como la fue la de Juan Pablo II en años complejos, cruciales para la historia de Chile. No es aventurado afirmar que la agilización del proceso democrático en Chile se debe en parte a esa providencial visita.

Dejó una estela de paz, alegría y ánimo en la fe. Juan Pablo II, hoy declarado santo por la Iglesia, fue un hombre de Dios, entregado al servicio de los hombres, de los más pobres, de los abandonados, ancianos y niños. Su paso por nuestra tierra fue una inyección de humanidad que, a treinta años de su visita, aún pervive fresca en el inconsciente colectivo. Su presencia se percibe tanto en la decena de capillas consagradas a él como en los colegios y calles que llevan su nombre.

Puntos clave de esa visita fueron el paso por el Templo Votivo de Maipú, el Hogar de Cristo, la Universidad Católica y el encuentro con el mundo de la cultura y la Eucaristía en la elipse del Parque O’Higgins, con motivo de la Beatificación de quien años más tarde sería Santa Teresa de Los Andes. El Papa alabó la virtud de Teresa de Los Andes, proponiéndola como modelo de vida para la juventud, como un “faro luminoso que guía hacia Cristo”.

Nos recordó la tarea urgente de la reconciliación nacional, e hizo un llamado a las autoridades y a los poderes de influencia a que pusieran sus medios para el restablecimiento de una plena democracia y la reconstrucción de las confianzas entre los hijos del mismo Dios y de la misma patria. “Chile tiene vocación de entendimiento, no de enfrentamiento” fueron sus palabras. Son frases que hoy resultan proféticas y de plena vigencia, si pensamos en la falta de paz en La Araucanía, la crispación en el lenguaje público, las descalificaciones que vuelven tóxico el diálogo ciudadano.

“El amor es más fuerte” gritaría Juan Pablo II al término de esa misa tan multitudinaria como dramática del parque O´Higgins. Su figura sigue estando plenamente vigente entre los chilenos. Releamos y reflexionemos en torno a sus mensajes de paz, solidaridad y unidad. Una invitación siempre vigente y necesaria.

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