Padre Hugo Tagle

Pensar en el otro

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Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 6 de marzo de 2017 a las 04:00 hrs.
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Los cristianos comenzamos el tiempo de cuaresma. Cuarenta días acompañando a Jesús hacia su pasión, muerte pero sobre todo, Resurrección.

Para vivir bien este tiempo, el Papa Francisco da algunos consejos prácticos. Seguirlos, nos llevará a ser más felices, relacionarnos mejor con los demás y, de paso, acercarnos así más a Dios, de quien nunca estamos suficientemente cerca.

Lo primero, la Iglesia nos invita a ayunar en el amplio sentido de la palabra. Es un ejercicio de la voluntad importante, que templa el espíritu y nos vuelve solidarios con quienes menos tienen. Renunciemos a los excesos. Seamos cuidadosos en no tirar la comida o malgastarla. Hay gente que no tiene nada para comer. Bueno sería también “ayunar” en el exceso de televisión o internet. No todo lo que vemos nos sirve. Además, ganaremos tiempo.

Crezcamos en humildad, controlar nuestra ira, eliminar nuestros deseos malos y evitar todo chisme y mentira. Los chilenos somos de “mecha corta”, de un bajo umbral de tolerancia. Nos ofendemos y alteramos con facilidad. Sea paciente. Cultive el buen ánimo.

Quejémonos menos. Veamos las cosas buenas de la vida, las cosas sencillas que Dios nos regala día a día. Cuando alguien le pida hacer algo extra, hágalo con alegría y buena disposición. No es necesario gritar para darse a entender ni interrumpir cuando nos hablen (recordemos las lecciones de Isabel Pantoja) y escuchemos pacientemente aunque no le guste o no esté de acuerdo. A su vez, responda siempre de buen tono, sin burlas, sarcasmos o pesadeces.

Hagamos un buen uso del celular en reuniones sociales y sepamos desconectarnos. Sea veraz en todas las circunstancias de su vida. Cultivemos la sencillez y preguntémonos por las cosas que tenemos y usamos. ¿Lo necesito todo?, ¿no tengo bienes en exceso?

El Papa Francisco nos dice que Cuaresma es un tiempo para salir de la “asfixia sofocante generada por mezquinas ambiciones y silenciosas indiferencias”. Es tiempo de pensar en el otro, en los más pobres y abandonados, en los enfermos y ancianos solos. “El aliento de la vida de Dios nos salva de esta asfixia que apaga nuestra fe, enfría nuestra caridad y cancela nuestra esperanza”, dice el Papa. No nos acostumbremos a “un aire cargado de falta de esperanza, aire de tristeza y de resignación”.

El cristiano y hombre de fe está llamado a mostrar con gestos concretos que Dios está en su corazón. Las moralinas, discursos que pretenden cambiarle la vida a otros, si no van acompañados de buenos ejemplos, solo aburren, irritan y provocan el efecto contrario al deseado.

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