Padre Hugo Tagle

Por una cultura del encuentro

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Martes 22 de mayo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Estamos siendo testigos de una época privilegiada. Una corriente de sinceramientos global se apoderó de la agenda. La campaña del #MeToo (a mí también) iniciada en grupos femeninos del mundo del cine y televisión norteamericanos, se ha expandido como reguero de pólvora, denunciando los acosos y abusos que se escondían debajo de la alfombra, se minimizaban o callaban. Ahora, hay tolerancia cero. Un nuevo signo positivo de los tiempos que se suma a las exigencias de mayor igualdad de sueldos entre hombre y mujer; igual acceso a puestos directivos, políticos y económicos. Las mujeres en parte del mundo occidental están dando una lucha a la que nos debemos sumar todos. La igualdad de condiciones laborales, su mayor participación en el mundo político, es un plus para toda la sociedad y no una simple concesión graciosa, una especie de regalo de consuelo. Sobran los datos que hablan de lo positivo y enriquecedor que resulta para un ámbito social la mayor participación femenina.

Como Iglesia, estamos al debe. De poco sirve alabar las características femeninas si ello no se traduce en cambios concretos. Ya el Papa Francisco dio un gran paso al nombrar en puestos clave dentro del Vaticano a dos religiosas. Y seguro habrán más cambios. A nivel local, muchos obispados tienen entre su planta estable a un gran porcentaje de mujeres. Muchos consejos parroquiales -los cuales deben aumentar su relevancia y eficacia- están muy bien representados por mujeres. En fin, hay tarea por delante, pero son avances.

Pero falta mucho en el mejoramiento del trato cotidiano. En Chile y el mundo latino en general, tenemos una sociedad machista, una cultura, un lenguaje machista. Para empezar, hay que acabar de frentón con una farándula televisiva que solo empobrece la cultura y denigra a la mujer. Basta de frivolidades chabacanas que no aportan nada y son una retahíla tristona de chistes de mal gusto, fomes y básicos, que debemos aguantar, como si fuese el precio a pagar. Pues bien, la primera invitación es a no ver ni seguir personajes o series que atentan contra la dignidad de la mujer. Recordemos que ellos viven de sus auditores y televidentes. Si no se les ve o comenta, desaparecen.

Lo segundo, es mejorar el trato, evitar y reprobar los chistes que atentan contra la mujer.

Eso sí, debo decir que las mismas mujeres tienen no poca responsabilidad en la cultura machista instalada en Chile. Invito a las madres a delegar iguales responsabilidades en sus hijos e hijas. Ahí comienza una cultura nueva, de encuentro y respeto.

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