Padre Hugo Tagle

Ser felices: El desafío para 2016 y los años que siguen

José Antonio Garcés Past President USEC, Empresarios Cristianos

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 4 de enero de 2016 a las 04:00 hrs.
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Acaba de terminar un año complejo en nuestro país, tanto en el ámbito económico, social y político, que induce a negativos augurios para el 2016. Aunque hay factores de la economía mundial que influyen negativamente en lo local, hay bastante consenso a la hora de reconocer que los mayores obstáculos los ponemos nosotros mismos.


Cuando alguien va al psicólogo o al psiquiatra, no espera de este profesional que le cambie sus circunstancias, ya que ello estaría fuera de su alcance, sino que le entregue herramientas que le permitan, por una parte, ver lo que sucede con más distancia y objetividad y, por otra, lidiar de mejor forma con su entorno y personas que lo rodean, de modo de recuperar la libertad y con ésta, la capacidad de ser feliz y tener paz, aún en medio de la adversidad. Nos haría bien asumir una actitud similar de cara al actual escenario, y dejar los lamentos de lado para hacernos cargo de la cuota que nos corresponda.


Superado el tiempo de los diagnósticos, es hora de emprender acciones concretas para restablecer la confianza perdida, que podríamos decir, resume el principal de los desafíos que como país tenemos entre manos. ¿Cómo partir? Hace un año conocimos el "decálogo" del Papa Francisco para ser feliz. En su momento, fue bastante difundido por la prensa y viralizado en las redes sociales. Eran sencillos consejos, la mayoría de sentido común, que no sólo pueden ser aplicados por cualquier persona, sino que pueden también ser aplicados a la empresa. ¿Cuáles son?


El primero, Vive y deja vivir, refrán que es bastante antiguo por lo demás, pero que el Papa recoge como el primer consejo. En la empresa, esto podría traducirse en preocuparnos de hacer bien nuestra propia pega y estar menos pendientes de cómo la están haciendo los demás. Implica para quienes ejercen jefaturas, aplicar el principio de subsidiariedad, que equilibra lo que debe ser una adecuada guía de parte de quien tiene más experiencia hacia quien la está adquiriendo, pero dejando un gran espacio para la iniciativa individual, que es la mejor manera de incentivar la creatividad y la innovación.


El segundo es Darse a los demás. En la empresa esto se verifica en la medida que abrimos y fomentamos los espacios para el trabajo colaborativo, confiados de obtener mejores resultados de esa sinergia que emana del trabajo conjunto de talentos diversos. El tercero es Ser humilde. No necesita mayor explicación. Todos los expertos afirman que esta virtud es la piedra angular que cimenta la confianza. El cuarto es Juega con tus hijos y el quinto es Comparte los domingos en familia. Ahí el llamado a la empresa es a verificar si los colaboradores pueden darse el tiempo necesario y suficiente para estar con sus familias o si los costos personales del éxito profesional son una fuente de distorsión y falta de equilibrio.


El sexto es Ayuda a los jóvenes a conseguir empleo. Un consejo que en la empresa puede traducirse en fomentar liderazgos nuevos, dar a los jóvenes un amplio espacio de desarrollo y participación, también en decisiones importantes. El séptimo es Cuidar la naturaleza, que en las empresas encuentra diversas políticas y programas que debiéramos revisar año a año para elevar los estándares medioambientales, mucho más allá de lo que pide la ley.


El octavo es Olvidarse rápido de lo negativo y el noveno, Respetar a quien piensa distinto. En efecto, en los negocios, en que muchas veces chocan diversas y apasionadas visiones, hay que tener en cuenta que antes que el ego personal, está el bien común, que engloba a todos los stakeholders que se ven de una u otra manera impactados por el quehacer de la compañía. Finalmente, el Papa recomienda Buscar siempre la paz. Quizás ese sea el más difícil, pero premiar liderazgos que sean capaces de armonizar, de tender puentes y de abrir espacios de diálogo y colaboración, puede ser una excelente medida para proponernos.


Las empresas, cuando son bien gestionadas, entregan un bienestar no sólo material o económico a la sociedad, sino que también contribuyen a su bienestar social, cultural y, en definitiva, a una mayor felicidad.

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