Padre Hugo Tagle

“Soul”, póngale alma

Padre Hugo Tagle@hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 11 de enero de 2021 a las 04:00 hrs.
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El estudio cinematográfico Pixar vuelve a incursionar en el tema de la muerte y, de paso, en el sueño de una segunda oportunidad. Lo hizo en “Coco”. Ahora lo hace de la mano de su última película animada, “Soul”, que trata de un profesor de música, Joe, que muere en un accidente antes de poder cumplir su deseo de convertirse en una estrella del jazz, por lo que debe embarcarse en una aventura cósmica para volver a la vida. El nombre de la película, sugerente, alude tanto a la música afroamericana desarrollada en la década de los 50 –junto al blue, gospel o rock– como al “alma”.

La trama juega con ese anhelo escondido de una “segunda oportunidad”, de rehacer la vida, recuperar el tiempo perdido. Pero no, buen lector. Nos jugamos la existencia en un solo naipe, un único partido, tan intenso como breve, sin segundo tiempo. La próxima vida será para dar cuenta del bien realizado en ésta.

Vivimos inmersos en ese sueño melancólico del que hablan los místicos, de querer volver atrás, pero a la vez con la conciencia de un avance inexorable a un espacio final, que los creyentes llamamos Cielo. No somos almas errantes sin sentido. Hay un “propósito de vida” y eso “Soul” lo describe muy bien. La película nos recuerda que lo valioso aquí se encuentra en los detalles, esos que desatendemos por cosas “importantes”.

Se le atribuye a John Lennon la frase: “La vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes”. Y eso incluye la desatención de la familia, los amigos, la contemplación de la naturaleza. En un diálogo de la película, se cita el cuento de un pez joven, ansioso por conocer el océano: “¿El océano? -le dice el pez viejo-, estás en él ahora mismo”. Y el pez joven respondió, “¿esto?, esto es agua. Lo que yo quiero es el océano”. La ansiedad por “eso otro”, nos hace perder el sentido del presente, de la vida real, del instante. La vida comienza cuando tomamos conciencia de su finitud, de que es regalo y vivirla bien.

Ese es el acicate para la vida: que es lineal, avanza sin vuelta atrás. Y es esa conciencia de finitud, de su brevedad; de que es aquí y ahora donde puedo dar lo mejor de mí, lo que hace que ella sea apasionante, bella, excitante, valiosa. Y esto, en lo banal y gris de lo cotidiano, donde se le da esa “chispa” que, por lo demás, es gratis: la familia, los amigos, la naturaleza, el aire, la música, rezar, conversar sin apuros.

Al iniciar el año, “póngale alma” a su vida. Valore sus cosas sencillas, lo cotidiano. Que lo urgente no nos lleve a desatender lo importante. Al final del año, serán los tesoros más entrañables.

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