Padre Hugo Tagle

Te quiero a morir

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 10 de julio de 2017 a las 04:00 hrs.
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La violencia intrafamiliar no disminuye. Volvió a saltar el escándalo de los abusos en las relaciones amorosas a raíz de la denuncia de la pareja de un cantante popular y la revisión del caso de Nabila Rifo. Habrá que dejar actuar a los tribunales y es bueno recordar la presunción de inocencia. Así y todo, es comprensible la indignación ciudadana en relación a la lentitud de la justicia en estos casos y las bajas penalidades. Tanto más los tribunales deben actuar con celeridad, despejar toda sombra de duda y hacer justicia, por el bien de todos los implicados.

En 2016 fueron 120.491 las denuncias. Y el número seguro que es más alto, dado que muchas personas, mujeres la mayoría, no denuncian. Así lo recordó una abogada de la Corporación Humanas: “Este es un porcentaje muy menor, porque muchas no denuncian. Tardan años en reconocer que están en una situación de violencia”. Y a esto se suma la complicidad del ambiente, el silencio culpable, no leer las señales de violencia incipiente. El que las víctimas se sienten culpables.

De un grito, se puede pasar rápido a un golpe, una herida, a la muerte. Quizá no se llegue a tanto, pero son demasiadas las personas, en su mayoría mujeres y niños, que sufren violencia física o psicológica por años. “Quien ama, no mata, ni humilla ni maltrata” se lee en un cartel de una marcha organizada hace unos días contra la violencia hacia la mujer. Incluso en el marco del pololeo o noviazgo, se detectan brotes de violencia. Todos somos responsables de advertir y denunciar, si viene al caso. Como sociedad debemos crecer en respeto al otro, mayor tolerancia y aprecio. Los ambientes cargados de violencia -gritos, portazos, garabatos, trato brusco, displicente, amenazas, extorsiones- terminan intoxicando y moldeando para mal nuestras relaciones.

Ya tenemos suficientes estudios y diagnósticos en esta materia. Es hora de ir poniendo coto a estos dramas y tomar mayores previsiones. Una primera lección es revisarnos en el plano personal y dejarnos evaluar por los pares en el trabajo o círculo familiar en relaición al trato. Podemos así corregir debilidades en el carácter o conducta que nos ayudarán a mejorar en la relación con los demás y, de paso, con quienes tenemos más cerca. Asumamos con humildad las correcciones que se nos hagan en esta materia. “Ni una menos” comienza por corregirse uno.

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