Padre Hugo Tagle

Usted, sea honesto

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 27 de julio de 2015 a las 04:00 hrs.
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Es lamentable el nivel de malas prácticas económicas, por usar un término suave. Se ha llegado a ribetes tragicómicos. Lo último ha sido lo del doble viático de los parlamentarios, los que, porque fueron sorprendidos, lo terminaron devolviendo ¿Y si no hubiesen sido sorprendidos? ¿lo hubiesen devuelto? En fin, que pena que se actúe honradamente más por temor al castigo, por vergüenza, que por convicción.

Pero los dardos no se deben dirigir solo a parlamentarios y políticos. Se enquistó una forma de entender las relaciones comerciales al borde de la ley, en una suerte de "zona franca", libre de impuestos; en un limbo que sería tierra de nadie, donde todo y nada vale. El "todos lo hacen" se repite peligrosamente, disculpando actitudes reñidas con la más elemental de las normas morales, que finalmente se vuelven contra uno mismo y la sociedad en su conjunto. Burlar al otro, es hacerse trampas en el solitario.

Un gran adelanto y signo, sí, fue la "cuenta pública" del congreso en pleno, que habla de una autocrítica y afán de mejorar su gestión. Quien evalúa su acción, lo hace para reconocer errores y buscar enmendarlos, supongo.

A pesar de las decepciones, soy de la idea que tenemos una clase política y empresarial en una buena medida honrada, trabajadora, con sentido de país y vocación de servicio público. Entre empresarios y emprendedores hay de los que piensan y han hecho de su negocio un servicio al país y lo administran honestamente.

No siempre se nota la gente buena. Si las cosas van mal, es por la desidia de los buenos.

Lo que reprochamos a otros, revisémoslo en nosotros. Es fácil apuntar con el dedo, pero ¿cuán honrado es usted? ¿Es una persona íntegra? ¿Cumple su palabra? ¿Cuándo se compromete a algo, hace lo imposible por cumplirlo? Cuando le preguntan sobre sus acciones ¿responde con evasivas, de medio lado, con medias verdades? "Que vuestro hablar sea: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, del mal procede" (Mt 5,37).

Sí existe eso que llamamos "gente genuinamente honesta", de una pieza, pero se notan poco. "La ocasión hace al ladrón", se repite mucho. Pareciera que somos honestos más por temor al castigo que por una convicción enraizada en el alma; si nos dejan solos y sin cámaras de vigilancia, nos robamos un supermercado completo ¿Somos realmente así? No creo. No lo quiero creer.

Apostemos a la honradez. Comencemos por pagar en el Transantiago, cumplir las leyes laborales, dar boletas correctas, no comprar libros piratas y sacar solo los sobrecitos de endulzante o azúcar que necesitamos para nuestro café.

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