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Para una mejor empresa, una economía más inclusiva

José Antonio Garcés Past President USEC

Por: José Antonio Garcés | Publicado: Jueves 1 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Llega fin de año y de forma casi inevitable comenzamos a hacer un recuento de lo que ha sido este 2016. No ha sido un año fácil. La economía se vio golpeada por una crisis que impidió que el país creciera con la celeridad que a todos nos gustaría (se proyecta apenas un 1,7%). El desempleo alcanzó un 6,8% en el tercer trimestre del año, según el último informe del INE. Por lo mismo es recurrente encontrarse con personas que han tenido que optar por trabajos informales o que están fuera de su campo laboral, para paliar de alguna forma la falta de ingresos.

Como empresarios, no estamos ajenos a esta realidad y aunque queramos amortiguar estos embates de la mejor forma posible, no siempre lo conseguimos. Y pese a que las proyecciones para 2017 no son tan auspiciosas -la OCDE prevé un crecimiento estimado de 2,5% para Chile-, creo que, invocando al espíritu de recogimiento y reflexión que debiera acompañarnos en época navideña, estamos a tiempo de hacer una pequeña "lista" de deseos y metas por cumplir el próximo año, una hoja de ruta que guíe nuestro andar.

Mi petición personal tiene que ver con el tipo de desarrollo que los líderes empresariales estamos conduciendo y con aquel al que deberíamos aspirar. En la reciente Conferencia Internacional "Líderes de Negocios como Agentes de Inclusión Económica y Social", llevada a cabo en Ciudad del Vaticano, más de 550 personas, entre empresarios, ejecutivos y académicos de distintas partes del mundo (entre ellos 18 chilenos y una delegación de USEC), se reunieron con el Papa Francisco a hablar sobre cómo hacer para promover una economía más inclusiva y, a la vez, sostenible.

Uno de ellos fue Baltazar Sánchez, presidente de Cristalerías Chile, quien expuso el caso de la alianza entre su empresa y Coaniquem mediante la campaña "Reciclando, el vidrio ayuda". Ésta data de 1994 y, gracias a ella, en promedio se han recuperado más de 10.000 toneladas anuales de vidrio durante los últimos años, siendo Coaniquem la única beneficiada, ya que la totalidad del dinero recaudado se destina a financiar la rehabilitación de los niños y adolescentes con lesiones por quemaduras que esta corporación acoge.

Este es un ejemplo que demuestra que la empresa no vive para sí misma, sino que es parte de una comunidad y, por lo tanto, todo lo que esta haga o deje de hacer repercute en las personas que en ella habitan. ¿Y a dónde soñamos llegar el próximo año? A que sean muchas más las empresas que protejan el medio ambiente, que se ocupen de establecer procesos productivos sustentables; que se interesen por disminuir el impacto ecológico de sus acciones; que sean verdaderamente empresas inclusivas, porque integran esta importante dimensión a su funcionamiento.

Me gustaría pedir, como regalo, que quienes dirigen empresas o tienen cargos de responsabilidad realicen un análisis en conciencia de su gestión, y revisen si su compañía procura incrementar la contratación de mujeres y jóvenes a su fuerza de trabajo; que analicen si verdaderamente colaboran con la sociedad civil; si acaso buscan la movilidad interna de sus empleados; y si efectivamente ellos predican y practican un liderazgo subsidiario, depositando confianza en sus colaboradores y estimulando el trabajo autónomo. Esa es una empresa realmente inclusiva, porque hace suya la responsabilidad de proporcionar a su gente buenos ambientes de trabajo, que estimulan la creatividad e innovación y, por ende, un mayor compromiso con la labor que realizan.

Con esta empresa sueño, y este tipo de empresa es la que quisiera que muchos pusieran en su lista de intenciones para el próximo año. Más allá de los buenos deseos o declaraciones de principios políticamente correctos, hay que lograr que estos se plasmen en logros concretos. De lo contrario, aquellos que acusan que las empresas están desconectadas de la realidad, o que sólo elaboran compromisos sustentables desde el marketing, tendrán razón en creerlo.

Una sociedad que valore el aporte de las empresas no se alcanza por un golpe de suerte. Se consigue trabajando para ello, y a eso apuntamos como Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos, a influir en los líderes para que pongan en el centro de su gestión el desarrollo humano de todos quienes interactúan con la empresa, para que respondan fielmente a una noble vocación empresarial.

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