Pilita Clark

Contienda para liderazgo del Reino Unido da lecciones sobre la política en la oficina

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Por: Pilita Clark | Publicado: Lunes 17 de junio de 2019 a las 04:00 hrs.
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A medida que el número de políticos conservadores intentando convertirse en el próximo primer ministro del Reino Unido aumentó a dos dígitos, un parlamentario emitió un edicto a las personas que se estaban sumando al campo de candidatos.

“Muestren un poco de autocontrol”, dijo Jacob Rees-Mogg, partidario de línea dura del Brexit. “No piensen en promoverse en público. No piensen en solicitar un puesto en el gabinete. Piensen en el interés nacional y del partido; en la crisis en la que estamos y la necesidad de resolver esto razonablemente pronto”.

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Éste fue un consejo sorprendente, incluso para el peculiar Rees-Mogg, un hombre que una vez llevó a su niñera a la campaña electoral; nombró a su sexto hijo Sixto y publicó su primer mensaje Twitter en 2017, en latín.

Además Rees-Mogg está totalmente equivocado, especialmente cuando trasladas sus consejos al sector laboral. Obviamente la comparación entre una contienda política y la vida de las oficinas cotidianas tiene límites. Pocas organizaciones siguen el modelo del periódico The Guardian, donde el personal puede votar por los nuevos editores. Sin embargo, la batalla entre los líderes conservadores revela varias reglas importantes sobre la política en la oficina, comenzando con Rees-Mogg. La razón detrás de su instrucción señorial era clara: él respalda al candidato conservador favorito, Boris Johnson. Cuanto antes pueda eliminar a sus rivales molestos de la carrera, mejor. Pero sus comentarios destacan porque casi siempre es una buena idea buscar una promoción en el trabajo, aunque las posibilidades de éxito parezcan improbables.

Solicitar un trabajo es una excelente manera de elevar tu perfil o, como dijo Rees-Mogg, una manera de promoverte para futuros trabajos. Los gerentes que tal vez no sabían de tu existencia te reconocerán y sabrán que tienes el potencial para ser un líder. Cuando alguien me pregunta si debe solicitar un trabajo, siempre le digo que lo haga. Existe un pequeño riesgo de humillación. Pero eso generalmente es superado por los beneficios, incluyendo la posibilidad de obtener la atención de gerentes importantes si llegas a tener una entrevista de trabajo. Eso me lleva a una segunda regla importante destacada por la contienda conservadora: no te puedes preparar demasiado para una entrevista.

Consideremos a Dominic Raab, otro contendiente prominente para el liderazgo. Días antes de ingresar formalmente a la carrera, el devoto defensor del Brexit, de 45 años, repentinamente hizo una declaración en busca de votos de las mujeres trabajadoras. Debería cambiarse la ley para proteger a las mujeres del despido cuando están embarazadas o están tomando licencia de maternidad, escribió en un artículo que también lamentaba la brecha salarial de género e instaba a que los padres recibieran más apoyo para poder ayudar con el cuidado infantil.

Éste fue el mismo Raab que se quejó en 2011 de que los hombres estaban recibiendo “trato injusto” y que las feministas eran “fanáticas intolerantes”; una movida que provocó una reprimenda muy publicitada de la entonces ministra de Mujeres, Theresa May.

Por lo tanto, pensarías que estaría más que listo para una entrevista televisiva en la que se le preguntó si aún estaba de acuerdo con sus comentarios. En cambio, con una sonrisa incómoda dijo que aún se oponía a los “dobles estándares y a la hipocresía” en el debate sobre la igualdad, pero que realmente creía en la reforma de la licencia de maternidad.

Su desempeño destaca otro principio que se aplica a la política y a la vida de oficina: debes mostrar cautela al respaldar abiertamente a un favorito para el cargo principal.

Alinearte con una estrella no es garantía de éxito. Con suerte, tu candidato ganará y tu lealtad será recompensada con un ascenso, o al menos con una reputación de crear líderes. Sin embargo, todos los líderes deben complacer a una variedad de distritos electorales que no necesariamente incluyen a fieles seguidores. Peor aún, tu candidato podría hacer lo que tantos aspirantes conservadores han hecho en el pasado y no ganar en absoluto.

Finalmente, hay una cosa que todos los aspirantes al liderazgo deben saber, pero que muy a menudo no reconocen. Deben entender sus debilidades más que sus fortalezas. Una de las constantes preguntas sobre May, la primera ministra saliente, es por qué quería un trabajo para el que estaba tan evidentemente mal equipada. Ella es robótica, poco imaginativa y demasiado reservada, por lo que habría tenido dificultades para liderar en cualquier momento, y mucho más cuando el país estaba en las garras de la maraña divisiva del Brexit. May será recordada por muchas cosas. Pero en oficinas y parlamentos por igual, ella siempre será la encarnación de cómo no liderar.

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