Pilita Clark

El efecto fantasma ha surgido en el mundo laboral

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Por: Pilita Clark | Publicado: Lunes 9 de julio de 2018 a las 04:00 hrs.
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Hay muchas cosas horribles que me gustaría pensar que yo nunca haría en el trabajo. Una de las principales es entrevistar a un candidato repetidas veces y después no informarle que no lo he elegido para el puesto.

Conozco a muchas personas que han sido víctimas de este mal trato, pero me sorprendió saber la semana pasada que las cosas han cambiado. Las empresas en busca de empleados encuentran que cada vez hay más candidatos que navegan a través de entrevistas y verificaciones de antecedentes, y después cortan abruptamente el contacto cuando se les hace una oferta, o desaparecen después de aceptar un trabajo.

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Este comportamiento grosero está enloqueciendo a las compañías, según una historia que publicó LinkedIn hace unos días, que sugirió que el problema está surgiendo desde en los campos del software y las finanzas hasta en el sector alimentario.

Al principio pensé que esto era falso, al igual que los dos primeros colegas a quienes se los mencioné en el trabajo. Ellos habían padecido de un silencio aplastante de las organizaciones que los habían entrevistado para un trabajo -tres veces, en uno de los casos- y luego los dejaron sin noticias.

Si los papeles realmente se han invertido, pensé que sólo podría estar sucediendo en un país como EEUU, donde la tasa de desempleo se ha reducido a un mínimo en 18 años y los titanes tecnológicos siempre están a la búsqueda de ingenieros de software y otros empleados codiciados.

Estaba equivocada. Cuando pregunté en el Reino Unido, donde la tasa de desempleo está en sus niveles más bajos en más de 40 años, encontré un sorprendente número de víctimas de lo que en el mundo de las citas en línea se conoce como el “efecto fantasma”: el silencio repentino de una persona con la que tienes una relación.

Un ejecutivo me dijo que estaba seguro de que había reclutado a un ingeniero de software dos veces este año, y en cada caso el candidato cortó el contacto con su empresa en el momento en que se le envió una carta de oferta. Otro acababa de hablar con un candidato elegido el día antes de que comenzara su nuevo trabajo, y luego descubrió que había desaparecido. Ni siquiera la industria del reclutamiento es inmune. Un ejecutivo me habló de la desaparición de un candidato después de que había aceptado el puesto de reclutador digital.

Pero volvamos a la publicación de LinkedIn, en la cual ejecutivos desconcertados de Canadá, Escocia y más allá dijeron que el problema no se limitaba a la industria de la tecnología. Un director comercial en Oxford a quien entrevisté me dijo que había organizado entrevistas hace unas semanas con cinco candidatos prometedores para un puesto de escritor que pagaba hasta 40 mil libras, de los cuales sólo uno se molestó en presentarse.

“Fue un poco sorprendente”, dijo Pete Moores, de la consultora Oxentia. Finalmente encontraron a uno de los candidatos que no se habían presentado, pero los otros tres simplemente desaparecieron. “Nunca he experimentado esto antes y he trabajado en este sector desde 2001”, dijo.

Jeanette Mash, una consultora de reclutamiento en la isla de Jersey (con una población de 105 mil), me contó acerca de un prospecto de la industria financiera que se puso en contacto con ella hace cerca de un mes. El candidato parecía interesado, por lo que ella concertó una entrevista con una empresa que tenía un “muy buen puesto”. Pero el día de la reunión, el solicitante no se presentó. Correos electrónicos, llamadas, mensajes de texto y, finalmente, búsquedas en Facebook no pudieron producirlo. “Fue extraño”, dijo Mash, y agregó que nunca esperó ver ese comportamiento en un lugar tan pequeño como Jersey.

Otra mujer en Londres dijo que la tienda de salud en la que trabajaba acababa de contratar a una mujer joven como gerente aprendiz que había desaparecido sin decir una palabra unas semanas más tarde. “Nunca hice algo tan irrespetuoso a esa edad y nunca lo haré”, dijo Avril Coelho. Yo tampoco. Sin embargo, no todos estos fantasmas son jóvenes. ¿Entonces, qué está pasando? ¿Por qué alguien correría el riesgo de terminar en la lista negra de una empresa al comportarse tan atrozmente?

Quizás los postulantes están tan hartos de que los traten como si apenas existieran que ahora están respondiendo de la misma manera. Tal vez las personas más jóvenes que sólo han conocido un mercado laboral ajustado no entienden la importancia del comportamiento profesional. ¿O nos hemos acostumbrado tanto al contacto anónimo en línea que olvidamos que hay humanos al otro lado de la pantalla?

No tengo idea. Lo que sí sé es que nada de esto es una excusa para recurrir a la descortesía. Rechazar a la gente siempre es incómodo. A nadie le gusta hacerlo. Pero es un hecho de la vida laboral y nadie, ni candidatos ni empleadores, debe evitarlo.

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