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Plan de Trump no es una vía hacia la paz en el Medio Oriente

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Donald Trump pregonó las propuestas que presentó junto con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu esta semana como un “plan de paz” para el Medio Oriente. En realidad, son un intento de obligar a los palestinos a aceptar el statu quo, en el que Israel ha fortalecido paulatinamente su posición en los territorios ocupados. El Presidente estadounidense afirmó que su plan sentaría las bases para una “solución realista de dos Estados”; de hecho, se acerca más a una solución de un solo Estado. Se inclina fuertemente a favor de Israel en los asuntos principales de las negociaciones de paz desde los Acuerdos de Oslo de 1993: sobre la condición de Jerusalén, el derecho al retorno de los refugiados palestinos y el principio de “tierra por paz”. Lejos de ponerle fin al conflicto, este plan podría renovarlo.

El Presidente Trump dice que su acuerdo brinda una solución mutuamente beneficiosa para ambas partes mediante su propia visión de dos Estados. Alega que se le asignaría más territorio a los palestinos que el que tienen actualmente. Impondría una moratoria en la construcción de asentamientos israelíes durante cuatro años de negociación. Ofrece la posibilidad de una inversión de US$50 mil millones en infraestructura necesaria, lo cual Trump afirmó que crearía 1 millón de empleos para los palestinos y reduciría la pobreza a la mitad.

La realidad es diferente. La capital de los palestinos no sería la ocupada Jerusalén Este, como lo han buscado durante tanto tiempo, sino probablemente un suburbio separado de la ciudad por una barrera de seguridad israelí. Pero, sobre todo, el plan no crearía nada parecido a un Estado viable. En cambio, les ofrece a los palestinos enclaves dispersos en Cisjordania, sobre los cuales, durante un período prolongado, tendrían sólo soberanía parcial. Los palestinos tendrían que renunciar a cualquier reclamo del territorio donde los israelíes hayan establecido asentamientos.

En efecto, las propuestas legitiman la apropiación israelí de tierras en Cisjordania que se ha desarrollado durante años. Netanyahu señaló que Israel se anexaría formalmente el Valle del Jordán y todos los asentamientos de Cisjordania ya desde el domingo.

Eso avivará las sospechas de que el motivo real para lanzar el plan ahora es apuntalar la fortuna política de los hombres que lo presentaron. Para Trump, representa una distracción de su juicio en el senado y una oportunidad para presentarse como un pacificador y alegar que —simplemente por presentar el plan— ha cumplido otra promesa electoral.

Para Netanyahu, acusado de corrupción el día en que se presentaron las propuestas, podría mejorar sus posibilidades de romper el estancamiento político en la tercera elección en Israel en menos de un año.

La Autoridad Palestina no está exenta de culpa. No ha podido combatir la corrupción y se han negado a celebrar elecciones en más de 10 años, lo cual la ha desacreditado a nivel doméstico y la ha aislado internacionalmente. Sin embargo, no podría aceptar de ninguna forma el “acuerdo” en su forma actual.

Después de los repetidos fracasos del proceso de paz del Medio Oriente, la búsqueda de un nuevo enfoque tuvo sus méritos. Pero este plan parece recompensar a los ocupantes mientras obliga a los ocupados a rendirse, y beneficiará a sus autores más que a las personas y a la región a las que aparentemente debe ayudar.

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