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Portabilidad financiera para todos

Sebastian Robles CEO de Kredito

Por: Sebastian Robles | Publicado: Jueves 1 de octubre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Sebastian Robles

El 8 de septiembre la portabilidad financiera entró en operación sin mayor impacto en los consumidores. Hasta el viernes pasado nadie se había cambiado de banco gracias a la portabilidad. El editorial de este diario el martes atribuyó este efecto a la crisis y la falta de conocimiento de los clientes. Habría que agregar a la lista la falta de nuevos competidores. Es evidente que para que se replique lo que pasó en la industria de las telecomunicaciones necesitamos nuevos jugadores: hoy no tenemos al WOM de la industria financiera.

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Haciendo una analogía con las telecomunicaciones, la portabilidad numérica se inició en 2011 y no fue hasta la entrada de nuevos actores como WOM en 2015 que los consumidores vieron beneficios. Durante los primeros años, la industria seguía concentrada en los mismos actores de siempre. Los precios de los planes subían y la calidad del servicio no mejoraba. Un aprendizaje de esa experiencia es que una ley de portabilidad no garantiza que el consumidor se vea beneficiado, fue la entrada de nuevos competidores lo que realmente impactó de forma positiva a los consumidores.

Volviendo al mundo financiero, podemos ver que todas las instituciones financieras invitadas a participar de la portabilidad son actores que ya llevan años operando en el mercado. No existen nuevos participantes. Son los mismos de siempre, y si no entran nuevos actores a competir con propuestas de valor diferenciadoras, es predecible que el beneficio para los consumidores no será de gran impacto. Lo más seguro es que pase lo mismo que pasó con la portabilidad numérica entre 2011 y 2015.

Falta tecnología y eficiencia operacional. Si analizamos las capacidades tecnológicas y operacionales de la industria, podemos ver que las instituciones financieras no son buenas captando nuevos clientes, no pueden abrir cuentas corrientes de forma 100% remota y digital, y además para el caso de las MIPYME su cobertura en créditos es casi nula. Dado lo anterior, es predecible esperar que la portabilidad no logre acelerar la llegada de nuevos clientes a una institución financiera. Hoy no tienen la capacidad tecnológica para captarlos digitalmente y tampoco una experiencia a la altura de las expectativas de los clientes. Tampoco cuentan con las capacidades operativas para ser disruptoras con costos de distribución más bajos que los actuales. Deben seguir pagando grandes edificios corporativos, sucursales y ejecutivos comerciales para sustentar su operación, y nada de eso va a cambiar con la ley de portabilidad financiera. Los costos de la cadena de distribución van a seguir siendo los mismos y no queda mucho espacio para que se beneficien realmente los clientes.

Para que exista una revolución, se incluyan a las MIPYMES en la portabilidad y el cliente sea el más beneficiado, se necesita modificar la ley para facilitar y acelerar la entrada de las FinTech al proceso de portabilidad financiera, permitiendo que los consumidores puedan realmente elegir entre todas las alternativas disponibles del mercado y no sólo entre las mismas de siempre.

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