Rafael Rodríguez

La venta de Chile

Presidente Seminarium Penrhyn International

Por: Rafael Rodríguez | Publicado: Jueves 10 de noviembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Tal como se señalara en una columna anterior, Chile está vendiéndose desde hace bastante tiempo. Todos los años se vende un poco más, a una tasa de US$20 mil millones por año, mientras que después de haber invertido en el extranjero a niveles de US$ 7 mil millones a

US$ 8 mil millones por año, ahora los chilenos sólo invierten directamente en el extranjero US$ 2 mil millones.

En los últimos 15 años, las inversiones directas extranjeras a Chile totalizan cerca de US$300 mil millones. Para ponerlo en perspectiva, este monto es levemente superior al valor de todas las empresas que cotizan en la bolsa chilena y es también más que el PGB. Por contraste, las inversiones chilenas directas en el extranjero suman menos de US$100 mil millones en el mismo período.

Industria por industria las empresas están siendo vendidas a compañías extranjeras, logrando el capital foráneo una participación, salvo contadas excepciones, de sobre el 50% de sus respectivos mercados… y la cuenta aumenta año a año.

Esta transformación silenciosa es como una marea que crece con variadas consecuencias; en primer lugar empresarios chilenos que cuelgan los guantes y que invierten el producto de sus ventas en activos seguros, muchos de ellos fuera de Chile e incluso algunos deciden irse físicamente al extranjero como por ejemplo Nicolás Ibáñez, Alejandro Weinstein y Hernán Büchi, puesto que después de pasar por caja es posible replantearse cuál es el mejor país del mundo para continuar la vida. En esa posición de libertad para elegir, no siempre sale escogido Chile.

La función social del empresario local es muy importante; las políticas públicas que se discuten en niveles políticos afectan el desarrollo de sus negocios, pero también otras dimensiones de la vida. En estas segundas, sólo quien vive en Chile y proyecta seguirlo haciendo puede darles la importancia que tienen y se la juega en forma proporcional a cómo estas reformas impactan al país. Un ejemplo concreto; en la discusión de las reformas al sistema previsional chileno, los dueños y ejecutivos de las AFP han dado una batalla desigual por enfrentar cambios que afectan el negocio, pero en forma adicional varios de estos cambios propuestos afectan principios que son fundamentales para el sustento empresarial; entre ellos la propiedad privada. No se ha visto una defensa corporativa proporcional a la envergadura que este cambio podría tener sobre todos los negocios en Chile. Lo que pasa es que los dueños extranjeros de las AFP no tienen por qué dar una pelea por las libertades en Chile y por el rol del Estado en la economía; sólo lo hacen por defender su negocio porque si fueran más allá podrían ser acusados de intervención indebida en asuntos externos. Bueno, la amenaza a la propiedad privada continúa ahora en el tema de las aguas, donde hay más intereses locales por su impacto en la agricultura; ojalá el resto de los empresarios vieran la amenaza potencial a sus negocios que conlleva estas propuestas y no se queden con una visión egoísta de no luchar por la eventual amenaza de un derecho fundamental para la industria previsional y el agua hoy, porque si se pierden estas batallas, quizás mañana sea el turno de mi industria y se limite el desarrollo de nuestros hijos y nietos, no el de los hijos o nietos de los inversionistas extranjeros… el problema es que van quedando cada vez menos empresarios chilenos al mando de empresas.

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