Rafael Rodríguez

Las remuneraciones de los directores debieran revisarse

Rafael Rodríguez Presidente Seminarium Penrhyn International

Por: Rafael Rodríguez | Publicado: Martes 12 de junio de 2018 a las 04:00 hrs.
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La compensación debiera ser el justo pago por los servicios prestados, como diría un abogado; debiera ser el valor de mercado de los mismos servicios, diría un economista, y esto en general se aplica, salvo distorsiones específicas.

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Al analizar las compensaciones de gerentes generales, de finanzas, comerciales o profesionales de las más diversas especialidades, se puede observar una masa de datos que forman una distribución que tiende a parecerse a una campana de Gauss, en relación a dos variables fundamentales: tamaño de la compañía y sector económico al que pertenece.

De hecho, las empresas compran estudios que toman la temperatura de las mismas para asegurarse que se está compensando el justo pago, al decir de un abogado. Desviarse tiene costos, como que aumente la rotación si se paga menos que el mercado, o menores utilidades si se paga por sobre. La experiencia analizando rentas indica que, en general, para el mundo ejecutivo, si se controla por ventas y sector, se logra explicar en un 60% por estas dos variables, encargándose el error de estimación la explicación del restante 40%.

De ser así, ¿cómo es posible explicar el caso de las compensaciones de directores que, al analizar las cifras de diferentes compañías, casi parecen variables aleatorias? No es explicable por las variables que explican el justo pago. Hay empresas que pertenecen a un mismo sector económico, de un tamaño similar a otra, en la que una compensa menos que la mitad de la otra a sus directores.

Un estudio hecho hace algunos años en Chile, que reproduce Mercer periódicamente, investigó el tema y concluyó que para llegar a modelar la forma cómo se remunera a los directores era necesario incluir varias variables más, entre ellas, la participación del controlador de la empresa o sus familiares en el directorio. Sin embargo, ninguno de esos modelos permite entender cómo se remunera a los directores de las empresas de propiedad estatal, las que son significativamente más bajas que las del mundo privado. Habría que incluir una variable de patriotismo, quizás, pero es difícil ponerle números.

En la práctica, ¿cómo se justifica que un director de Enap gane $1.2 millones mensuales brutos, cuando puede dedicar un 20% o más de su tiempo a sus labores en el directorio y este monto significar una fracción menor de su ingreso mensual por el mismo tiempo proporcional dedicado a la empresa? ¿O que un director de Codelco, que debe invertir mínimo un 30% de su tiempo en una empresa donde en cada directorio se decide una media de proyectos de inversión de varias decenas de millones de dólares, gane un total de $4 millones brutos por mes?

Los casos suman y siguen. Este es un tema al que no se le da la importancia que tiene, porque pareciera ser políticamente incorrecto hablar de la justa compensación en el nivel del directorio. No ocurre lo mismo en los niveles de empleados de menor calificación: a menor nivel jerárquico, mayor es la remuneración respecto del mercado.

Pareciera ser políticamente incorrecto hablar de ajustes en este sentido, pero hay muchas razones que van más allá de un sentido de equidad de compensaciones que llevan a sugerir que se revise esa anómala situación de una vez por todas.

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