Columnistas

Realismo mágico

Antonio Correa Director Ejecutivo de IdeaPaís

Por: Antonio Correa | Publicado: Miércoles 26 de abril de 2017 a las 04:00 hrs.
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El evento político más relevante de los meses venideros es la primaria que se realizará el día 2 de julio en todo el país. Sin embargo, la manera en como los partidos se están aproximando a ella vislumbra que los cuatro años que han pasado desde la última elección presidencial -con toda el agua que ha corrido bajo el puente durante este tiempo- no han servido de aprendizaje.

La derecha, en mejor pie para volver a La Moneda, a ratos ha dudado de la conveniencia de hacer primarias, sin percibir el espacio de legitimación y apertura que el proceso mismo conlleva, además de entregar la opción de hacer campaña con todas las de la ley -incluyendo franja presidencial televisada-. Hoy no sobran espacios como este. A pesar de ello, hay quienes todavía insisten -amparados en una especie de proteccionismo político- en que los posibles choques que allí se podrían producir son suficientes como para descartar la instancia. ¿Es que acaso alguna exposición política está exenta de ataques? Lo que importa, parece, es más el qué conseguimos que el cómo lo hacemos, demostrando así, una vez más, aquello que tanto se les critica: la incomprensión de los procesos y cambios que vive la sociedad chilena.

Con todo, en la derecha los partidos han asegurado la realización de primarias. En la izquierda, en cambio, todo depende de la decisión que este sábado adopte la DC. Su presidenta y candidata, Carolina Goic, presiona para ir a primera vuelta y, al mismo tiempo, mantiene la pretensión de constituir un mismo pacto electoral. Si esto se concreta, se produciría un escenario digno del realismo mágico, en el que los partidos son coalición y buscan ser gobierno juntos, pero en los hechos compiten directamente por los cupos para escaños en el Congreso Nacional. Parlamentarios que buscan conseguir para apoyar sus distintos proyectos de gobierno, pero que al mismo tiempo, como la mejor de las paradojas, constituyen un mismo proyecto.

Muy a la chilena, la cosa es seria… pero no tanto. Todos amenazan, pero no muerden, por lo que un futuro gobierno probablemente los terminará uniendo nuevamente. Así es como Ignacio Walker terminó firmando un programa que no leyó y como algunos demócrata cristianos terminaron imponiendo una alianza con el PC que no tiene ni pies ni cabeza en un partido como el suyo (ni con su historia). A fin de cuentas, el escenario volverá a ser el mismo: la DC aliada con un partido que ni ayer ni hoy ha sido capaz de reconocer una dictadura en Cuba (y que es obvio que tampoco vea una hoy en Venezuela).

Si la realidad pura se impusiera, la falange hace rato se habría quebrado, abandonando la Nueva Mayoría para constituirse como un partido que realmente busca copar el centro político. Esa parece ser su única oportunidad, pero también la más difícil de tomar dada su historia y ya que los empleos de muchos de sus militantes están en juego. Por eso, no hay que esperar que cambie mucho la cosa, y seguiremos en esta política más bien mágica.

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