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Remontar

Por Padre Raúl Hasbún

Por: | Publicado: Viernes 10 de marzo de 2017 a las 04:00 hrs.
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Remontar significa superar algún obstáculo o dificultad, subir y sobrepasar una pendiente, navegar aguas arriba. Un deportista remonta un resultado adverso y clasifica a ulteriores instancias. Recomponer el pie o la suela del calzado, parchar con paño o cuero el pantalón de montar para evitar su desgaste en el roce con la silla lleva el nombre de remonta. Genéricamente, remontar implica elevar, encumbrar, sublimar: llegar adonde aparentemente no se podía llegar, vencer la ley de gravedad, protagonizar la alquimia que en forma maravillosa e increíble transmuta la bajeza envilecedora en altivez vencedora. En menos palabras, hacer lo que Barcelona hizo al remontar, 6 a 1, el 4 a 0 que el Paris Saint Germain esgrimió como cuenta de ahorro y seguro de triunfo al pisar el Nou Camp.

Los partidos de fútbol tienen 2 tiempos y 3 o 5 minutos adicionales. La vida también. En la vida, como en el fútbol, hay partidos de ida y partidos de vuelta. Se juega, en ambos casos, a veces de local, otras veces de visita; con público a favor y con público en contra. No valen las excusas ni el endoso de culpas al arbitraje o al estado del tiempo o de la cancha. Sólo vale ganar, clasificar: mostrar en la cancha (que es donde se ven los “gallos”), que está uno y está el equipo técnica, táctica, física y espiritualmente preparado para hacer cumbre cuando nadie apuesta cien pesos por su victoria. “Es que nadie ha remontado, a nivel de Campeones de Europa, un resultado tan adverso”. “Lo siento, yo seré el primero. Yo nací y fui formado y estoy preparado para hacer historia, no para sufrirla”. “Pero si te hacen un gol de visita cuando restan 15 minutos es humanamente imposible hacer 3 goles de local”. “Lo siento, todo es posible para el que tiene fe”. “Pero es que restan sólo 3 minutos… ahora 30 segundos”. “Lo siento, para eso están los minutos y segundos de descuento: la esperanza de remontar y vencer sólo expira con el pitazo final”.

¿Privilegio exclusivo del Barcelona F.C.? Todo ser humano viene naturalmente programado y dotado para remontar adversidades, vencer la gravedad, hacer alquimia transmutadora de vileza en triunfal gallardía. No se nace condenado a la mediocridad. Somos animales erguidos. Fácilmente miramos al cielo, intuyendo: “ahí pertenezco, y no descansaré hasta alcanzar la cima”. Nostalgia de altitud, acrofilia y no acrofobia, ser más, crecer sin cesar y sin medida: triunfar para una corona que no se marchita. Jesús sentenciará: “sean perfectos. Como el Padre celestial es perfecto”. No es consejo ni recomendación: es un imperativo. Ni Dios ni la naturaleza mandan lo imposible. Es hora de remendar o cambiar los zapatos raídos y el pantalón de montar. Aún es tiempo de remontar. La fe y el amor vencen siempre.

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