Rodrigo Aravena

La importancia de tener (y mantener) buenos fundamentos

Rodrigo Aravena González Economista Jefe del Banco de Chile

Por: Rodrigo Aravena | Publicado: Lunes 20 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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"La peor caída económica desde la Gran Depresión". Con esta frase, el FMI describió el estado de la economía mundial en la actualización de proyecciones dada a conocer la semana pasada.

En un período de solo cuatro meses, redujo la estimación de crecimiento en seis puntos para el mundo, con contracciones realmente inéditas en una serie de países. Claramente el desafío que tenemos a nivel mundial es de proporciones.

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Pero más allá de detenernos a discutir si nuestra economía caerá el 2% que estimó el Banco Central o el 4,5% del FMI (discusión que tiene poco sentido, dada la inusual fuente de incertidumbre), hay un área que debiera recibir especial atención: la heterogeneidad en la forma esperada de recuperación que presentarían diversos países. Como en toda crisis (y quizás más ahora), algunos podrán retomar mucho más temprano que otros el crecimiento, pese a que el shock fue global. En este contexto, las cifras del FMI muestran que Chile tendría la mayor expansión en Latinoamérica, seguido muy de cerca por Perú, en ambos casos superando el 5%. Este patrón de recuperación no sólo lo espera el FMI, sino que prácticamente todo el mercado.

¿Qué explica estas diferencias? Pese a toda la incertidumbre que tenemos en la actualidad, hay algo en lo que sí tenemos certeza: la calidad de las políticas públicas, sin duda, marcará la pauta en la salida de esta crisis, que pese a no saber cuánto durará, es razonable asumir que sería transitoria. Pese a ello, no todos los países lograrían evitar efectos permanentes en sus economías. A grandes rasgos, podemos esperar que solo aquellos que pudieron implementar medidas fiscales y monetarias, con el timing, magnitud y herramientas adecuadas, lograrían minimizar las consecuencias negativas de largo plazo.

En ese sentido, debemos decir que Chile ha podido reaccionar mejor que varios de sus pares.

Pero ello, en gran medida, ha sido posible por los fundamentos que tiene el país, que permiten una reacción a la altura de las circunstancias. Sólo por mencionar algunos, la combinación de baja inflación, tipo de cambio flexible, expectativas ancladas y mercados financieros robustos permiten que la política monetaria sea efectiva. Esta combinación, escasa en el mundo emergente, es atribuible, entre otras cosas, a la existencia de un Banco Central independiente.

Asimismo, el espacio de maniobra que tiene el Gobierno para implementar medidas como el fortalecimiento del seguro de desempleo es posible gracias a los fondos soberanos y el acceso a mercados financieros. Ello, en gran medida, es posible gracias a la disciplina fiscal que se tuvo en años en años previos. Sin este marco de políticas, ni el Banco Central ni el Gobierno podrían haber reaccionado con la velocidad que lo hicieron, lo cual habría dificultado aún más la recuperación en el futuro.

Contar con buenos fundamentos, que se basen en instituciones sólidas, sin duda marca la diferencia en momentos complejos como el actual. Esta situación no sólo debemos reconocerla ahora, sino que además al momento de plantear discusiones de alcance estructural, como algunas de las que se planteaban en nuestro país antes de esta pandemia. El buen manejo de esta crisis permitirá argumentar, empíricamente, por ejemplo, que la disciplina fiscal es invaluable. Esto debiera ser un elemento para reducir tentaciones de corto plazo (muchas de ellas de carácter incluso populista) y con ello no sólo mantener, sino que incluso fortalecer aquellos aspectos que han permitido el bienestar de Chile.

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