Rodrigo Aravena

Mix de políticas para enfrentar (o quizás evitar) la recesión

Rodrigo Aravena González Economista Jefe Banco de Chile

Por: Rodrigo Aravena | Publicado: Lunes 16 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Es muy probable que la palabra recesión se instale en la discusión de la economía chilena. Más allá de si se dará en sentido estricto –dos trimestres de crecimiento trimestral negativo-, tendremos un escenario de menor empleo y actividad por varios meses. De hecho, la información disponible no es alentadora. La caída mensual de 5,4% en el Imacec de octubre fue el mayor retroceso desde que hay registro empalmado de la serie, superando lo observado en períodos (no del todo comparables) como las crisis asiática y subprime, o el terremoto de 2010. Así, la producción retrocedió a niveles no observados desde mediados de 2017. El deterioro del comercio exterior, las desvinculaciones en diversas empresas y la caída sin precedentes en los niveles de confianza anticipan que noviembre caerá incluso más que un 5%, y es probable el crecimiento sea negativo hasta el primer o incluso el segundo trimestre del próximo año.

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¿Qué políticas se podrían adoptar para enfrentar esta situación?

Como punto de partida, es fundamental reconocer una gran diferencia con las recesiones de las últimas décadas: el factor idiosincrático. Las últimas dos que enfrentó la economía chilena fueron consecuencia de un contagio externo, trayendo consigo una contracción de la demanda agregada, pero sin cambios en la oferta agregada. En esos casos, la respuesta natural es la aplicación de políticas contra cíclicas, tradicionalmente partiendo por la monetaria y luego la fiscal, que vuelvan a estimular la demanda, tal como en 2009. Hoy la situación es distinta, por lo que requiere un mix de políticas diferente al tradicional.

A grandes rasgos, podemos identificar tres factores que explican buena parte del menor crecimiento económico. Primero, una caída en la oferta agregada, a raíz del significativo daño a la infraestructura pública y privada, lo cual reduce la capacidad productiva, al menos de corto plazo. Segundo, la caída en la cantidad de horas trabajadas, entre otras cosas a raíz de los problemas de transporte y el cierre anticipado del comercio. Tercero, un deterioro endógeno de la demanda, que estaría siendo revelado por la significativa caída en los niveles de confianza. Como se puede apreciar, distintos factores no sólo en su origen, sino en su temporalidad e implicancia de política.

A diferencia de otras recesiones, hoy la política monetaria está lejos de ser la primera línea de defensa. Si analizamos los tres factores, resulta evidente que la política fiscal juega un rol determinante, principalmente en lo que se refiere a reconstrucción de infraestructura. Si bien las medidas que anunció el Ministerio de Hacienda van en dicha dirección, el desafío es tremendo en cuanto a implementar lo antes posible y de la manera más eficiente dichas actividades de reconstrucción.

Adicionalmente, el restablecimiento total del orden púbico, que permita el normal desarrollo de las actividades productivas, sin duda que complementará la normalización de las horas trabajadas, y por ende la utilización de capacidad. Por último, el trabajo relacionado a la reducción de incertidumbre, que acote el espacio de discusión en aspectos estructurales de los fundamentos de Chile, sin duda que tendrá un impacto en las decisiones de empresas y familias.

Como podemos ver, no es sólo una discusión de tasas y gasto fiscal, sino algo mucho más completo. La buena noticia es que aún depende de nosotros.

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