Sergio Lehmann

Los inmigrantes son un aporte clave al desarrollo económicoN

Economista Jefe Bci Estudios

Por: Sergio Lehmann | Publicado: Martes 7 de febrero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Tanto a nivel global como nacional se advierte un creciente sentimiento contrario a los inmigrantes, quienes muchas veces son vistos como una amenaza. Se teme que puedan desplazar de sus puestos de trabajo a la población nacida en el país. Como resultado de esto se han potenciado corrientes políticas que abogan por imponer fuertes restricciones a la llegada de extranjeros, especialmente en el mundo desarrollado. Dejando de lado a aquellos que tengan propósitos delictuales y que podrían ser identificados con un sistema de filtro coordinado relativamente simple, la llegada de inmigrantes no sólo genera oportunidades para su propio desarrollo económico y social, sino que además conlleva un impacto positivo en la economía del país que los recibe. La evidencia empírica en este ámbito es concluyente, más allá de los prejuicios y aprehensiones que habitualmente se generan.

Los inmigrantes arriban a un país habitualmente en condiciones precarias, buscando posibilidades de trabajo que no han encontrado en su país de origen. Es natural entonces que el grueso de ellos sean personas perseverantes, de esfuerzo, con ganas de aportar y profundos deseos de dejar atrás sus carencias. Por consiguiente, la productividad o aporte económico realizado a través de su trabajo, es claramente mayor al que registra el lugar de donde provienen. Un trabajo reciente de Clemens y Pritchett de la Universidad de Harvard, muestra que en aquellas economías en las que se advierte una mayor proporción de inmigrantes provenientes de países con alta pobreza o baja productividad, no se reduce el aporte económico promedio que entregan los trabajadores. Más aún, en la mayoría de los casos la productividad es más elevada. Este es el caso, por ejemplo, de EEUU, Australia y Holanda, entre otros, en donde la proporción de inmigrantes respecto de la población se sitúa en el rango de 7 a 9%. Su productividad media en los últimos 20 años es de cerca de 1%, una cifra que hoy en Chile envidiamos. En consecuencia, concluye el trabajo, no tiene sustento económico establecer mayores restricciones a la llegada de inmigrantes.

Acorde con lo anterior, y tal como Ricardo Hausmann lo señalara muy provocativamente hace algunos meses, un freno al crecimiento de Chile podría venir de la baja proporción de extranjeros que participan en el mercado del trabajo. De acuerdo a estimaciones recientes, en nuestro país 2,7% de la población es inmigrante. Esta cifra, si bien ha crecido fuertemente en los últimos años, es similar al promedio de América Latina y en torno a la mitad de lo que se registra en países desarrollados. A nivel mundial, la ONU estima que, de acuerdo a datos de 2013, un 3,2% de la población no vive en sus países de origen; cifra que ha crecido con fuerza en los últimos años. No hace sentido entonces establecer mayores restricciones al ingreso de extranjeros a Chile, mientras no se trate de delincuentes. Su llegada constituye más bien un impulso a la productividad de la economía y además enriquece el tejido cultural nacional. ¿Se requiere modernizar la política migratoria de nuestro país? Sin duda. Pero no perdamos de vista el aporte clave, económico y social, que realizan los inmigrantes.

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