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Subdesarrollo financiero

Rafael Ariztía Socio MFO Advisors

Por: Rafael Ariztía | Publicado: Jueves 3 de noviembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Este año ha sido un año prolífico en escándalos financieros en que las burdas estafas piramidales le han dado material de sobra a la prensa. Y si además son lideradas por personajes de la farándula, que más se puede esperar.

Sin embargo, hay un escándalo que ocurre a diario pero que, lamentablemente, no llega a las noticias: el subdesarrollo crónico de nuestra industria de productos de inversión y el costo que esto tiene para todos los ahorrantes.

¿Será para tanto? Juzgue usted. Un chileno promedio accede a sólo a dos productos de inversión: depósitos bancarios y fondos mutuos. ¿Qué hay de malo en ello, aparte de lo poco? Nada per se. Los depósitos son seguros y los fondos mutuos ofrecen una buena diversificación. Todo positivo. Pero si consideramos que en Chile el costo promedio de un fondo mutuo de renta variable es del 3,4% al año para el inversionista, quizás podamos concordar que tenemos un pequeño problema.

Supongamos un retorno del 8% nominal de largo plazo. Restándole la inflación nos da un retorno del 5% real al año. Si el costo de invertir es de un 3,4% al año, al inversionista le queda sólo un 2,6% real. Es decir, el administrador se lleva casi un 70% del retorno real y al dueño de los recursos le deja sólo el 30%. ¿Ficción? No, es la triste realidad. Por lo mismo, no es misterio que nadie tenga ganas de ahorrar en activos de riesgo.

Así como las estafas piramidales parecen burdas al mirarlas retrospectivamente, este nivel de costos también parece un poco escandaloso. Surgen entonces dos preguntas. ¿Es este problema de altísimos costos algo propio de nuestro país? y ¿qué hace que esto perdure?

Respecto a lo primero, la respuesta es no. Los fondos mutuos son relativamente caros en todo el mundo. Ofrecen un valor importante de seguridad y diversificación y, por ello, cobran un elevado precio. No hay que olvidar que peor que un producto caro, es no tener acceso a ningún producto, que es lo que ocurre en países menos desarrollados.

Sin embargo, es la segunda pregunta la que me parece más relevante. En mi opinión, la industria de productos de inversión en Chile es subdesarrollada porque a los dueños de la llave para modernizarla no les interesa que la situación cambie. ¿Quién no quisiera llevarse el 70% del retorno de la plata ajena a todo evento?

Alguien podría argumentar que, en una industria de múltiples proveedores, los precios son fijados al fragor de la competencia. Lamentablemente no siempre es así. Los costos mencionados son reflejo de una industria en que la competencia es muy imperfecta. Esto, por tres razones: primero, hay una gran opacidad en la estructura de costos y los clientes no son conscientes de ellos. Segundo, es una industria que remunera los canales de distribución en base a “rebates” porcentuales, por lo que los productos más caros son los que tienen mayor esfuerzo comercial. Finalmente, es una industria de arquitectura cerrada, lo que lleva a que la competencia se dé más por tamaño y remuneración de los canales de distribución, que por la calidad y costo de los productos.

Por lo anterior, no es de extrañar que sean los bancos quienes dominan esta industria. Tienen los canales de distribución, tienen las cuentas corrientes... y no tienen ningún incentivo para que esto cambie.

Y es aquí donde, en mi opinión, tenemos el mayor problema. La estructura de mercado impide el acceso a productos innovadores. En los últimos 15 años el mundo ha vivido una revolución en productos de inversión de la mano de los Exchange Traded Funds (ETFs). Estos productos cobran muy poco (menos de 0,1% para los fondos que invierten en el índice S&P) y permiten un retorno cercano a su índice de referencia. Dado esto, los ETF están cambiando el mapa de la industria del ahorro en los países desarrollados, creciendo a una tasa global de 15% al año en los últimos 5 años. Sin embargo, los chilenos prácticamente no pueden acceder a ellos.

La pregunta es si la industria local tendrá la capacidad de modernizarse u optarán por mantenernos en el subdesarrollo. La tendencia en el mundo es forzar vía regulación una mayor transparencia en los costos y desempeño de los productos de inversión. En Europa se están terminando los “rebates” y en Canadá, el 2015, regularon para que se informe a los clientes todos los costos asociados a un producto, mostrándolos en dólares. Sospecho que si acá hacemos esto varios se pondrían colorados… unos de rabia y otros de vergüenza.

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