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Todos somos PYME

Por: Felipe Yáñez, socio de Tax & Legal de Mazars Chile | Publicado: Jueves 21 de marzo de 2019 a las 04:00 hrs.
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Felipe Yáñez, socio de Tax & Legal de Mazars Chile

En un giro aparentemente sorpresivo, parlamentarios de la oposición y los gremios de los pequeños y medianos empresarios adoptaron una posición común ante el proyecto de modernización tributaria, rechazando la sustitución del actual régimen del artículo 14 ter por la llamada Cláusula PYME.

¿El fundamento? El deseo de los gremios de mantener un régimen que permite a estas empresas llevar contabilidad simplificada, pero, al mismo tiempo, aumentando el tope de ingresos para ser calificado como PYME. Básicamente, lo que se busca es permitir que más firmas puedan acceder a dicho estatuto especial. Esta decisión de los gremios debe llevar a preguntarnos por qué en Chile tanto contribuyente quiere ser calificado como PYME.

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Al margen de las respuestas sociológicas, conviene buscar una respuesta normativa: el ciudadano de a pie está aburrido de tanta complicación tributaria. Si todos acabamos pagando impuestos, y algunos de forma cada vez más progresiva, lo razonable es que el proceso de pago no se convierta además en una experiencia traumática, por la multitud de sus formalismos. Por este motivo, a nadie debe extrañar que ante la disyuntiva entre llevar contabilidad completa y una simplificada, los representantes de las PYME se hayan inclinado por esta última opción. Una máxima de la legislación pro-PYME debiera ser, pues, minimizar al máximo los trámites necesarios para declarar y pagar impuestos.

Y esta lógica no es exclusiva de las empresas más pequeñas. No por nada, los reales avances que ha experimentado la normativa pro-PYME en los últimos años ha sido precisamente el ensanchamiento del universo de empresas calificables como tales: primero a 50 mil UF y ahora a 75 mil. Y si la sensibilidad parlamentaria lo permitiera, ese tope podría seguir subiendo. Y es que bajo este aparente anhelo generalizado de calificar como PYME, se esconde realmente el deseo de escapar de la dualidad entre sistema atribuido y semi-integrado, que resulta asfixiante por su complejidad. ¿Es regresiva la reintegración? Probablemente lo sea, sin las necesarias compensaciones. Pero, en cualquier caso, no hay nada más regresivo e injusto que un régimen que es apenas entendido por los expertos, ya sea del lado de los funcionarios públicos como de los particulares.

En definitiva, cualquier moción que incline el péndulo legislativo hacia el lado de la simplicidad será un paso efectivo hacia el sistema tributario que necesitamos como país.

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