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Una descarbonización insuficiente

Claudio Huepe Economista, Centro de Energía y Desarrollo Sustentable UDP

Por: Claudio Huepe | Publicado: Jueves 13 de junio de 2019 a las 04:00 hrs.
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Claudio Huepe

El reciente anuncio de un plan de descarbonización al año 2040 es una buena señal que muestra cómo un país pequeño y de bajas emisiones relativas, con menos de 0,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), puede hacer un aporte en la lucha contra el calentamiento global. Aunque unos 25 países concentran la mayor parte de las emisiones —sólo EEUU y China aportan casi el 45% y el resto algo más del 20%—, replicar este tipo de esfuerzos es relevante a escala global.

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No obstante, la propuesta del gobierno tiene importantes limitaciones. Sin contar las críticas específicas por la velocidad del proceso que han manifestado distintos sectores, se observa la falta de definiciones relevantes para hacerse cargo de las implicancias más profundas de esta decisión.

Por una parte, la propuesta no se hace cargo de las implicancias globales sobre el sistema eléctrico: las alternativas de generación frente a este cambio y los costos asociados, los requerimientos de almacenamiento y transmisión que serán necesarios y las estrategias que tendrán que desarrollarse para que sean sostenibles, donde se ha enfatizado un necesario aumento en la capacidad de transmisión, lo que requerirá que los trazados sean aceptables para las comunidades y también soluciones para reducir esos requerimientos.

Por otra parte, la descarbonización propuesta lo es sólo en el sentido limitado de “eliminar centrales de generación eléctrica a carbón”, lo cual, dada la participación relativamente baja del carbón en nuestra matriz energética, omite un análisis más completo sobre las emisiones de GEI originadas por el uso de combustibles fósiles en generación y, más aún, sobre las emisiones de GEI de la industria y el transporte.

Además, no se ha puesto suficiente atención a las implicancias de escala local, entre ellas el impacto económico que este cambio tendrá sobre las comunidades en las cuales se insertan estas centrales. Si bien es cierto que en alguna medida habrá un impacto positivo sobre la calidad del aire local, el impacto económico que puede resultar por el cierre de estas actividades podría ser muy significativo.

Lo que ocurre es que lo que está realmente en juego en la descarbonización, entendida en su sentido más amplio de un proceso de reducción de las emisiones de GEI, es que se trata de un cambio en modos de producción y ése es el verdadero desafío. La descarbonización de la economía implica avanzar hacia formas de producción, intercambio y consumo de bienes y servicios bajos en carbono, en el contexto de rápidos cambios tecnológicos y sociales. La innovación tecnológica y financiera que se haga cargo de proyectos con rentabilidad a muy largo plazo será fundamental en esta transformación.

La propuesta de eliminar el carbón en generación eléctrica es un paso importante en la descarbonización, pero es también, en cierto sentido, el paso más fácil dentro de un largo proceso de transformación que deberá abarcar toda la economía.

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