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Una oportunidad para incluir el impacto en las normas contables

Sir Ronald Cohen Presidente del Global Steering Group for Impact Investment

Por: Sir Ronald Cohen | Publicado: Miércoles 2 de septiembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Sir Ronald Cohen

¿Qué pasaría si se compara el costo ambiental total creado por 1.800 empresas? Se descubriría, por ejemplo, que las operaciones de Sasol y Solvay, dos petroquímicas con ventas anuales de unos US$ 12 mil millones cada una, crean daños ambientales avaluados en US$ 17 mil y US$ 4 mil millones al año respectivamente. ¿Y el costo derivado de la falta de diversidad en la fuerza laboral? Intel paga a sus 50.000 empleados en los Estados Unidos más de US$ 7 mil millones al año y promueve el bienestar y la diversidad de su plantilla. Pero si se midiera su diversidad en relación a la composición demográfica local, el impacto positivo en las comunidades cae a tan solo US$ 2.500 millones.

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Estos números son revelados por la Iniciativa de Contabilidad Ponderada por Impacto de la Escuela de Negocios de Harvard. Recientemente publicamos estimaciones del impacto ambiental de más de 1.800 empresas, basándonos en información pública. En 2021 agregaremos impacto en empleo y productos.

La crisis del Covid-19 nos trae un problema similar al de hace 90 años. El colapso de Wall Street en 1929 hizo tomar conciencia a los inversores de que estaban invirtiendo sin comprender las verdaderas ganancias de las empresas, por lo que en 1933 el gobierno americano requirió a todas las compañías que presentasen sus estados contables siguiendo “principios generalmente aceptados”, revisados por auditores independientes. Esto es hoy la norma. Esta transparencia llevó al enorme crecimiento del mercado de inversión: los inversores y compañías comenzaron a confiar en el sistema contable de EEUU.

Actualmente, más de US$ 30 quintillones fluyen a inversiones ESG y de impacto que buscan generar mejoras sociales y ambientales, además de utilidades financieras. Esto equivale a un tercio de los activos administrados en todo mundo. Pero inversores, consumidores y empleados no conocen de manera transparente los impactos que las empresas generan a través de sus productos, empleo y operaciones.

Estos grandes flujos de inversión son motivados por el rechazo a la inequidad creciente, a la discriminación y a la degradación de nuestros sistemas naturales. Frecuentemente la desigualdad social y económica resulta en violencia, poniendo en jaque la estabilidad de nuestras sociedades. Mucha gente en democracias capitalistas siente que su sistema económico no distribuye resultados de manera ecuánime, y que los gobiernos han fallado en revertir estos desequilibrios. Mientras tanto, crecen los peligrosos daños ambientales causados por las empresas.

La solución es a través de la medición y valuación de los impactos de las compañías siguiendo “principios de impacto generalmente aceptados”, y reflejándolos en estados financieros que muestren ganancias ponderadas por impacto. La tecnología de hoy y la big data permiten medir y valuar estos impactos de manera confiable. Si los gobiernos requiriesen a las compañías publicar estados contables ponderados por impacto, éstas empezarían a enfocarse de inmediato en mejorar su impacto y en encontrar soluciones a problemas sociales y ambientales.

La crisis abrió la puerta al cambio urgente que demanda nuestro tiempo: colocar al impacto en el centro de nuestro sistema económico, desterrando la tiranía del lucro y transformando la base de nuestras decisiones de negocios e inversión, pasando de un paradigma que únicamente considera riesgo y retorno, a uno que optimiza riesgo, retorno financiero e impacto.

(original publicado en Financial Times)

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