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¿Y si nos tomamos la productividad en serio?

Nicolás León Director Ejecutivo IdeaPaís

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Nicolás León

¿Qué tienen que ver el presupuesto 2016, la educación y el último Enade?

La respuesta no viene simplemente a la cabeza. Déjeme explicarle. Desde hace unas semanas nos hemos llenado de noticias respecto a la discusión del próximo presupuesto 2016. Un presupuesto, que dado el contexto económico actual y las menguadas arcas fiscales -que están bastante alejadas de las proyecciones que se prometían con la reforma tributaria- no ha estado libre de disputas. Hospitales que sólo serán realidad en las mentes de los funcionarios del Minsal, una educación técnica que es la gran olvidada de este gobierno y una flaca política contra cíclica, por nombrar algunos.

Respecto a la desprolijidad en educación, no hay mucho que decir. Hasta miembros de la Nueva Mayoría han acusado públicamente que la iniciativa del gobierno de echar a andar su propuesta de gratuidad, uno de sus proyectos estrella, por medio de la glosa presupuestaria escapa de toda apertura a un debate honesto y participativo. Ni hablar de evaluación de impactos ni rentabilidad social.

¿Y Enade? Uno de los temas más tratados y que concitó un consenso generalizado fue la necesidad de dotar a nuestro país de mayor productividad. Para nadie es sorpresa que tenemos una extensa jornada laboral –según la OCDE somos el quinto de sus miembros que más lo hace– y no se produce lo suficiente, estando ubicados en el penúltimo lugar. Frente a esto, la Presidenta resumió soluciones que promueve su gobierno que parecen ser más cosméticas que diferenciadoras.

El problema de la productividad debe enfrentarse con una mirada multidisciplinaria. En este año se constituyó una comisión para la productividad presidida por Joseph Ramos, la cual tiene por objetivo entregar iniciativas en torno a esto. Paradojalmente, el gobierno pone todas sus fichas en una propuesta de financiamiento de la educación superior, que por la vía de glosa presupuestaria, genera una discriminación en favor de las universidades estatales y mira en menos el aporte en la investigación y desarrollo (I+D)
Hoy nuestro país invierte un 0,34% del PIB en I+D, desarrollado escasamente por un 18% en la empresa privada. Es decir, la mayoría se realiza con poco financiamiento en universidades, instituciones que no cuentan con el apoyo ni con la estructura para poder fomentar la innovación, la investigación y la creación de nuevas tecnologías. Un problema que queda relevado cuando se trata de cumplir las promesas del programa de gobierno.

Si en realidad queremos dotar a nuestro país de las herramientas necesarias para vencer el subdesarrollo es necesario que repensemos la institucionalidad de las ciencias y las tecnologías. Sólo a través de la I+D podremos lograr vencer la inercia que acarreamos por años de ser un país fuertemente extractivo, generando así, una economía que entregue valor, más oportunidades y sea más inclusiva. Ya es hora de que el gobierno se tome esta realidad en serio y asuma el compromiso que nuestro país le está exigiendo. En IdeaPaís, prontamente haremos nuestro aporte con propuestas para revertir la acusación de los científicos de que "nuestros gobiernos eligieron la ignorancia".

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