Editorial

Acuerdos

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yer reunimos de manera remota a precandidatos presidenciales, con representantes de la sociedad civil y con ejecutivos para conversar sobre una mirada de mediano y largo plazo para Chile. La cita convocada por Chile Transparente, Enel y el Diario Financiero -y que contó con más de 750 personas conectadas en vivo- resultó especialmente interesante en un minuto en que la agenda está realmente volcada a temas coyunturales como el combate contra el coronavirus.

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Uno de los puntos del debate fue si es posible pensar en un acuerdo nacional para definir estas líneas de acción generales, cuyas temáticas consiguen bastante consenso (salud, pensiones, educación, desarrollo sustentable, transparencia, seguridad, etc. ). Algunos de los asistentes consideraban que ya el hecho de haber acordado una agenda constituyente para delinear una nueva Constitución era en sí una prueba que era posible avanzar en ese sentido. Otros, sin embargo, planteaban que se podían realizar acuerdos adicionales fuera del debate constitucional en temáticas más específicas o amplias, pero que funcionaran como una guía en las próximas décadas. Sumarse a grandes tendencias internacionales en ámbitos como corrupción o información pública también surgió como una alternativa de unidad.

Sin duda, pensar en grandes acuerdos sería sumamente beneficioso para el país porque permitiría dar certeza a los ciudadanos y de paso a las instituciones, inversionistas y otros actores que intervienen en el quehacer nacional sobre el camino que ha decidido seguir Chile.

Acertadamente uno de los panelistas mencionó que fueron precisamente grandes acuerdos del pasado los que permiten hoy vacunar rápidamente a importantes números de la población (acento en salud primaria y preventiva en los sesenta y apertura al mundo en los setenta-ochenta).

La duda es cuán profundos resultan ser hoy los acuerdos, cuánto convocan en amplitud política, cuánto perduran más allá de los ciclos, especialmente de este que es complejo porque se cruzará con el proceso de definición constitucional. Más allá de eso, es importante no perder en mente que pese a la dificultad no se puede renunciar a los consensos para avanzar.

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