Editorial

Alza de tasas de interés: el costo de malas políticas

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as tasas de interés de los bonos soberanos chilenos, tanto de corto como de largo plazo, han registrado una clara tendencia al alza en el último medio año -bastante más marcada para las de largo plazo-, y que se ha dado tanto en las tasas nominales como reales. ¿Se puede explicar este comportamiento por factores externos?

Lo cierto es que muy poco, al menos si se miran las tasas de interés en los países desarrollados. Las tasas de los bonos de Tesoro americano han subido, pero mucho menos que aquellas de los bonos soberanos chilenos. De hecho, la tendencia alcista en Chile es mucho más marcada que en otros mercados emergentes como México, Colombia y Perú, por lo que, sin duda, este resultado puede atribuirse a factores idiosincráticos principalmente. Estamos viendo en el costo de financiamiento soberano el efecto de las políticas que está siguiendo el país, lo que constituye un evidente cuestionamiento.

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La tasa de los bonos soberanos en pesos a 10 años ha subido más de 200 puntos base (bp) desde sus niveles mínimos en mayo del año pasado, mientras que el bono equivalente del Tesoro americano sube 60 bp en ese lapso. Esto no se explica sólo por mayores expectativas de inflación, ya que las tasas en UF también han aumentado en forma significativa, en mayor medida para los plazos más largos. En efecto, los bonos de Tesorería en UF a 20 años (BTU 20) también han subido cerca de 200 bp en el último año.

¿Qué estaría detrás de estas alzas significativas de tasas tanto nominales como reales? Son el resultado de los retiros de fondos de pensiones, que han reducido el valor de los activos financieros de renta fija en moneda nacional, junto con el crecimiento excesivo del gasto fiscal producto de ayudas universales, que ha hecho necesaria la emisión de deuda pública y la venta de activos de los fondos soberanos. Por supuesto, la mayor incertidumbre política e institucional es también un factor que encarece el costo de endeudamiento del Estado.

La combinación de todos estos factores ha llevado a un aumento del costo de la canasta de consumo y de los créditos. En definitiva, el costo de las malas políticas públicas inevitablemente lo pagamos todos.

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