Editorial

Aterrizar expectativas: un desafío de realismo

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as altas expectativas son desafiantes para todo gobierno que comienza. Es presumible que lo sean incluso más para Gabriel Boric, ya que tanto él como sus partidarios han revestido su campaña y su triunfo con una retórica -una épica- transformadora, anticipo de grandes cambios económicos, políticos y sociales, a su vez reflejo de la renovación que, sin duda, encarna la nueva generación de políticos que llega al poder.

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Efectivamente, en nuestro país tanto el potencial como la necesidad de cambios existen. Y es innegable que la sólida victoria en las urnas del exdiputado (el candidato "alternativo", en algunos análisis) fue una expresión de ambas cosas.

Con todo, el ejercicio efectivo del gobierno debe moderar los excesos retóricos y los arrebatos ideológicos de la campaña electoral (o de la agenda de algunos sectores), a la vez que "aterrizar" las promesas a la realidad concreta del país. En 2022, esa realidad será de un magro crecimiento económico, alta inflación y gasto público muy reducido, lo que restringirá considerablemente el margen de cualquier agenda económica reformista, y obligará -o debiera obligar- a enfocarse en las prioridades. Más aun cuando la pandemia sigue siendo un lastre para la economía.

Ello no impide propiciar cambios ni supone (obligatoriamente) renegar de compromisos, sino entender como cruciales algunos principios, por ejemplo, los que citó el martes la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio para seguir atrayendo inversión extranjera, ante la Convención Constitucional: calidad y autonomía de las instituciones económicas; seguridad jurídica; respeto a los tratados internacionales; no discriminación económica arbitraria; libertad de emprendimiento; derecho de propiedad.

Respetar esos principios no es en ningún modo incompatible con impulsar cambios, incluso profundos, en materia económica o de política pública. Pero sí exige, como mínimo, un análisis realista y honesto del orden de prioridades, de los recursos disponibles y del horizonte de posibilidades. Es decir, exige responsabilidad.

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