Editorial

Automatización: reflexión con sentido de urgencia

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uestro reportaje de ayer sobre el estado de la automatización en algunos sectores económicos, acompañado de una entrevista al presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), puso de relieve una de las discusiones de alcance más estratégico que enfrenta el país en los próximos años. De hecho, según el titular de la CPC, “esta es una realidad que no está golpeando la puerta de tu casa, ya entró a tu casa, y estamos haciendo las cosas tarde”.

El sentido de urgencia se justifica. En efecto, como otros cambios generados por la revolución tecnológica en curso —por ejemplo, el envejecimiento demográfico y la educación continua—, la robótica y la inteligencia artificial plantean desafíos inéditos para el mundo del trabajo. Es decir, para las regulaciones que, más temprano que tarde, deben diseñarse para abordar estas novedosas materias.

La propia diversidad de los efectos de la automatización en los rubros analizados por DF (sector financiero y minería, agro, industria, comercio y construcción) ya es una gran parte del problema. Pero más importante aun es superar ciertas rigideces conceptuales —y banderas ideológicas— que ponen trabas a las oportunidades de progreso que ofrece el cambio tecnológico. Así fue en gran medida con las recientes reformas educacional y laboral, donde el foco puesto en los “derechos” —la protección de los ya adquiridos y la consagración de otros nuevos— terminó mermando la capacidad liberadora y transformadora de los fenómenos que hoy están revolucionando tanto la educación como el empleo.

Por estas y otras razones, el espacio para regular mal, más de la cuenta o ambas cosas es muy amplio. Quizás un buen punto de partida sea enfocarse en los grupos que serán más impactados y cuáles son sus necesidades (jóvenes, tercera edad, trabajadores poco calificados). Lo claro es que, tratándose de la automatización, el sentido de urgencia y la disposición a innovar son tan necesarios como la reflexión y la prudencia.

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