Editorial

Catástrofe en el norte del país

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Una vez más nuestro país enfrenta una catástrofe natural que cobra vidas y que conmueve por la violencia con que en cosa de horas cambia la suerte de tantas familias que, a merced del agua y el barro, pierden a un familiar, a un amigo, o lo que han logrado construir con esfuerzo durante años.


Otra vez el escenario es el norte, una zona que ya ha sufrido antes desastres de gran magnitud y que desde hace un par de años enfrenta además un escenario económico complejo, a causa de la menor actividad de la industria minera y de la paralización de proyectos en distintas áreas productivas tanto por la judicialización de algunos como por la dinámica depresiva más amplia que genera la desaceleración.


Las autoridades han comprometido que no escatimarán dinero para enfrentar la emergencia. Es lo que debe hacerse. Ante una situación tan adversa, en la que son las familias más vulnerables las que pagan el costo más alto, no es posible otra respuesta. Hoy es urgente atender necesidades básicas de alimentación, refugio, seguridad, salud, entre otras.


Pero no es todo. Debe encontrarse en esta desgracia el camino de ida a una reconstrucción rápida, bien gestionada y que dé el necesario impulso a la economía de estas regiones. Sobre todo, la de Atacama. La Corporación para el Desarrollo de esa región (Corproa) informó hace unas semanas que el 90% de los proyectos de inversión con posibilidad de concretarse hacia el 2020 –por unos US$ 32 mil millones- están frenados y pidió coordinar esfuerzos para enfrentar el problema. No cabe esperar más. Junto con atender la emergencia, debe iniciarse desde ya un esfuerzo por dinamizar esta alicaída economía.

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