Ciberseguridad en la mira

a ciberseguridad apareció por primera vez este año como una de las principales preocupaciones de las empresas, cuando definieron en sus estados de resultados del primer trimestre los riesgos a los que se ven expuestas para el desarrollo de sus negocios, como reveló este diario en mayo pasado.

No estaban alerta en vano. El millonario ataque informático del que fue víctima el Banco de Chile hace unas semanas, y que aún no se dilucida por completo, es una señal muy clara de que el asunto es crucial y que muy probablemente seguirá un rumbo ascendente en la agenda pública y privada.

Las nuevas formas en que los productos de los más diversos tipos llegan a los clientes ponen a las plataformas online y a los sistemas que les dan soporte en un nuevo ámbito de fragilidad que debe ser abordado con la mayor diligencia y pericia posible.

Las compañías privadas y sus gobiernos corporativos tienen una primera responsabilidad en esto, porque los consumidores confían en ellas para la provisión de la mayoría de los bienes y servicios que usan a diario. Resulta llamativo que en torno al 25% de la inversión en la banca líder mundial se destine a ciberseguridad, versus un 5% en América Latina, según se consigna en la edición de hoy.

El Estado, en tanto, debe dar una respuesta oportuna. Hasta ahora, las autoridades han asumido este rol empujadas por el caso del Banco de Chile y enfocadas en el sector financiero, donde efectivamente la confianza es esencial para el buen funcionamiento del sistema económico.

El Ministerio de Hacienda convocó esta semana a un grupo de trabajo con los reguladores del área financiera para evaluar la situación en que se encuentra el país en cuanto a ciberseguridad, y decidió, entre otras medidas, contratar un organismo internacional para que identifique las brechas entre los estándares nacionales y los de países más desarrollados.

Los cambios de normas, leyes y prácticas deberán hacerse con prontitud y la mayor flexibilidad, pues una característica crucial en esta materia es que las transformaciones son la regla y su ritmo es vertiginoso.