Editorial

Cifras laborales: ¿lectura correcta?

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Imagen foto_00000002l viernes último el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó que la tasa de desempleo nacional llegó a 7,3% durante el trimestre móvil mayo-julio, lo que representó un aumento de 0,4 puntos porcentuales comparado con el mismo período de 2017 y de 0,1 punto porcentual frente al lapso inmediatamente anterior.

Más alto que lo previsto por el mercado, este resultado vino a sumarse a las anteriores alzas que ha mostrado la desocupación en el país durante este ejercicio, ratificando el rezago que exhibe el mercado laboral respecto a la notoria recuperación que ha observado el crecimiento económico.

De esta manera, el incremento del desempleo se está dando en un escenario donde la creación de nuevos puestos no logra absorber la creciente demanda de la población por encontrar un trabajo.

Mientras el número de empleos subió 1,4% en el trimestre mayo-julio, la fuerza de trabajo lo hizo a un ritmo de 1,9%, una situación ya vislumbrada hace meses en el mercado interno.

Dado lo anterior, pareciera prudente que el foco de la autoridad económica se centre del todo en la capacidad -o en la falta de ella- que está mostrando la economía local para generar oportunidades adicionales a quienes quieran emplearse.

Es legítimo y sano, como lo planteó el ministro del Trabajo entender bien las dinámicas que hay detrás de los movimientos del desempleo. Pero enfatizar la idea de que el indicador sube porque hay más personas con disposición a trabajar, no pareciera ser la mirada óptima para resolver el tema.

En Chile la lectura del mercado laboral suele hacerse desde la perspectiva de la tasa de desocupación, pero lo relevante -como ocurre en naciones avanzadas- es seguir de muy cerca la cantidad de puestos de trabajo que están surgiendo, lo que cual se entiende como signo de la salud del crecimiento económico y en el mediano plazo, la reducción de la pobreza y la mejora de la calidad de vida.

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