Editorial

Colaboración y conflicto en lo laboral

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Sin acuerdo y con la cuenta regresiva ya corriendo para volver a verse las caras, se cerraron ayer las tratativas para encontrar un acuerdo en el proceso de negociación colectiva (que derivó en una huelga de 43 días) del yacimiento cuprífero más importante del mundo.

Tras un desgastador proceso en que aparentemente las oportunidades de diálogo directo fueron más bien escasas en el último tiempo, este episodio deja instalada una interrogante que no sólo debe preocupar a la empresa en cuestión (que en cosa de entre nueve o doce meses tendría que volver a negociar con la contraparte laboral la definición de los servicios mínimos), sino que a todos quienes comparten que las relaciones laborales pasan más por la colaboración y el diálogo en lugar del conflicto.

Sin siquiera entrar a calibrar los muy probables espacios de desencuentro y polémica que se abrirán con las nuevas reglas del juego laboral (que técnicamente se intuye improvisada y cerrada a regañadientes), en lo que viene y sobre todo ante el potente proceso de cambios tecnológicos disruptivos, la disposición de ánimo que sin duda marcará la diferencia entre una empresa que es capaz de adaptarse constructivamente y una que se ve amenazada, es la disposición al diálogo y a mirar más allá de los hitos cartográficos que conformaban la geografía de las relaciones laborales del siglo pasado.

Se trata de un tema crítico y de alcance global, pero que tiene especial atingencia para Chile si es que algo de razón (lo que es debatible) se les concede a los ministros que sostienen que el problema de crecimiento del país es estructural y de innovación.

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