Editorial

Con la Constitución, no contra ella

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a pandemia ha servido de escenario para que algunos legisladores cuestionen una de las características más determinantes del presidencialismo chileno: la iniciativa exclusiva”, comentaba el artículo de nuestra edición de DF Constitucional ayer. En la misma página, un columnista calificaba nada menos que de “fraude a la Constitución” el intento de varios parlamentarios de pasar por encima de dicha facultad para presentar un proyecto de ley relacionado con pensiones, donde el Presidente de la República tiene la exclusividad.

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Si algunos sectores políticos estiman que la iniciativa exclusiva del Presidente debe, por diversas razones, ser eliminada de nuestro ordenamiento, sin duda el lugar para hacerlo es, precisamente, la reforma constitucional que muchos en sus filas desean impulsar. Lo que no resulta aceptable —ni legal— es ignorar esa facultad cuando se torna un obstáculo para determinadas agendas políticas. Que la propia presidenta del Senado sostenga que prefiere “cometer un sacrilegio con la Constitución y ser destituida” antes que bloquear la propuesta de postnatal de emergencia, es la actitud que se espera en alguien que no es consciente del valor y sentido de fondo de la carta fundamental, no de una alta autoridad del Estado.

Es al menos paradojal que este tipo de conductas se hayan multiplicado en los últimos meses, justamente cuando, tras los traumáticos sucesos de octubre y noviembre pasado, se logró iniciar el camino a una reforma constitucional que no estaba en el cronograma legislativo ni político. Al ignorar la letra constitucional con proyectos de ley que no cumplen los requisitos mínimos, se resta valor a la importancia de la Constitución como texto ordenador. En definitiva, si hoy se la ignora en función de una determinada agenda, sea cual sea, ¿por qué no hacerlo mañana en función de otra distinta?

Esto arriesga socavar la misma legitimidad de la Constitución que se busca fortalecer con una reforma, y difícilmente contribuye a restaurar la confianza ciudadana en la clase política.

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