Covid-19: más rigor ante la amenaza

nte el preocupante aumento de casos de contagio con Covid-19, y frente a abundante evidencia de que las actuales medidas que limitan los desplazamientos en cuarentena no están cumplidas a cabalidad —especialmente en Santiago—, hoy entran en vigencia nuevas restricciones y sanciones.

Se reducen los salvoconductos individuales por semana, aumentará la fiscalización para detener a posibles infractores (con apoyo de las FFAA), se controlará mejor el trabajo en servicios no esenciales (como entregas a domicilio), y se endurece el castigo por violar las normas, tanto elevando multas como incluyendo penas de cárcel.

Si era, o no, evitable llegar a este punto es hoy una discusión inconducente. Lo que importa ahora es aceptar que la primera urgencia —en aras de la salud de las personas como de la economía— es poner coto al alza en los contagios, y que para ello es indispensable que las cuarentenas cumplan efectivamente su rol de reducir al mínimo la interacción social. Esto requiere actualmente medidas más restrictivas, pero también más rigor de la ciudadanía en cumplirlas y de la autoridad en hacerlas cumplir.

Para contribuir al éxito de esa combinación de mayor conciencia social y mejor fiscalización, el gobierno ha desplegado un ambicioso plan económico de urgencia. Medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia, por ejemplo, están pensadas para ayudar a las personas afectadas no sólo por el frenazo de la economía, sino porque la propia cuarentena restringe aun más sus alternativas de trabajo e ingresos.

En lo político, el liderazgo del nuevo ministro de Salud será inevitablemente puesto a prueba, lo que suma complejidad al ya considerable desafío para el sistema sanitario. Por otra parte, el rol que asuman en esta etapa los alcaldes —actores clave en la implementación práctica de las cuarentenas—, así como los parlamentarios de gobierno y oposición, será decisivo para el éxito de la estrategia en su conjunto.

Sólo el compromiso de todos puede derrotar a esta amenaza colectiva.