Editorial

Crecimiento: el aval de las cifras

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Si bien en materia económica no es prudente dar por seguro un resultado, en especial si el pronóstico en cuestión es de mediano plazo, los últimos antecedentes de actividad sectorial divulgados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se alinean con la expectativa de que 2018 cerrará con una performance claramente superior a la de 2017.

Más allá del efecto bases de comparación o la incidencia estadística de coyunturas extraordinarias como fue la huelga en Escondida en la primera parte del año pasado, la pendiente de la curva del Índice de Actividad Mensual es claramente favorable, con un interesante comportamiento en sectores como el industrial y minero.

Si bien en el mapa de riesgos no se ha desdibujado el efecto de un eventual escenario monetario externo más complejo, todo apunta a que el país podría lograr sin mayores dificultades una expansión cercana al techo de las expectativas del último IPoM del Banco Central, o incluso superior.

El saliente titular de Hacienda, al comentar esta mejora esperada, ha insistido en que durante el actual gobierno se sufrió el profundo impacto de un entorno económico global adverso y que si esta administración dispusiera de más tiempo en el poder, dado lo que él cree es una inevitable recuperación, se demostraría que las reformas de estos cuatro años no golpearon a la economía.

Ambos asertos adolecen de ciertos vicios de diagnóstico, ya que difícilmente se podría afirmar que en los últimos cuatro años el mundo ha atravesado una crisis y menos se podría dar por supuesta que la mejora de las expectativas de los agentes económicos se habría producido sí o sí de seguir en el poder el actual gobierno.

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