Editorial

El 5G como posibilidad

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Este año será el año del 5G, como sostenía el especial sobre Telecomunicaciones 2022 incluido en nuestra edición de ayer. Varias empresas encendieron en diciembre pasado sus primeras antenas con este nuevo estándar para la transmisión de datos, y a lo largo de este año comenzarán a operar las miles más que son necesarias para dar cobertura a todo el país.

Con esto Chile se convierte en el primer país en América Latina que licita el uso de espectro para el desarrollo de una red 5G, aumentando su liderazgo regional en infraestructura para las comunicaciones. Bien aprovechada, esta podría convertirse en una ventaja competitiva importante de cara al esperado despegue de la economía digital en esta década.

Lo anterior, porque la promesa fundamental del 5G no radica en la mayor velocidad de conexión y descarga que entregará a los usuarios -que será significativa, aunque no evidente en el corto plazo-, sino en que será la plataforma para el desarrollo de nuevos servicios, productos y aplicaciones de todo tipo, los que actuarán como catalizadores y aceleradores de una revolución tecnológica sustentada en inteligencia artificial, big data, computación en la nube y otras tecnologías de nueva generación.

Transporte inteligente, digitalización de la salud y la posibilidad de un Chile 100% conectado en todo su territorio son solo tres de los muchos ámbitos de alto impacto potencial del 5G mencionados en nuestro especial, pero el espacio para que las empresas -y el Estado- pongan la tecnología al servicio de consumidores, trabajadores y ciudadanos es inmensurable.

Con todo, la sola tecnología no genera mayor progreso si no está inserta en un ecosistema económico y regulatorio (también cultural, en cierta medida) que, junto con detectar oportunidades y desafíos, al mismo tiempo permita fijar reglas y establecer límites. Un primer paso indispensable parece reconocer – y tratar con carácter de urgencia- el hecho de que un país con bajos niveles de alfabetización e inclusión digitales difícilmente podrá “subirse” a la cuarta revolución industrial como vía al desarrollo.

Si la red 5G puede funcionar como una gran autopista digital para Chile, aún falta una discusión a fondo sobre adónde queremos que nos lleve y cómo.

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