Editorial

El desafiante test para los TLC de Chile

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Imagen foto_00000003e resultados aún inciertos, la bautizada guerra comercial aparece hoy como el gran riesgo externo para la velocidad de recuperación de la economía chilena -ya en marcha- y, en particular, para uno de sus motores: las exportaciones.

Mayores aranceles, derivados de la decisión del gobierno de Estados Unidos de proteger determinados productos -entre ellos, tecnológicos, acero y autos-, con su consabida respuesta de otras potencias en Europa y de la misma China, bien podrían convertirse en una barrera para los envíos nacionales.

Lo auspicioso es que este complejo escenario en materia de comercio internacional encuentra a Chile con dos claros cortafuegos. El primero, la misma dinámica de las ventas al extranjero, que crecieron 22% hasta US$ 39.209,67 millones en el primer semestre, convirtiéndose en el mayor avance observado para el referido lapso desde 2011. No menor, este resultado se tradujo en una prolongación del despertar que protagonizó el comercio exterior en 2017, apuntalado tanto por envíos del sector minero, que crecieron 27%, como por el grupo que encabezan los productos silvoagropecuarios e industriales, que lo hicieron a un ritmo de 16%.

En segundo término, como lo sugirieron los exportadores esta semana, Chile tiene de su lado un conjunto de 26 acuerdos comerciales -incluidos con EEUU y China-, cuyo espíritu apunta a generar un fluido comercio en condiciones ventajosas entre las partes. Un cambio a las reglas del juego, por ende, representará una transgresión a los mismos y la administración Piñera deberá estar atenta a ello.

El test no es menor para esta política en la que han perseverado los distintos gobiernos desde comienzos de los 90, pero probablemente sus resultados darán luces aún más claras sobre los beneficios que representa la defensa del libre comercio.

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