Editorial

El mal desempeño de la economía en 2016

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El Banco Central confirmó ayer lo que todos los agentes económicos anticipaban para 2016: el Producto Interno Bruto (PIB) se expandió apenas 1,6% comparado con el ejercicio anterior, el menor resultado para el país en las últimas décadas si se excluyen las caídas verificadas en el marco de las crisis internacionales.

De paso, este débil desempeño fue acompañado por un deterioro en el terreno de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) -componente ligado a la inversión-, que sumó un tercer año consecutivo de descensos. Pero no sólo eso. También dicha variable mostró un tropiezo de magnitud en el cuarto trimestre, el que alcanzó a 5% anual, el mayor desde comienzos de 2015.

Este cuadro parece coherente con las secuelas que dejó en el país el retroceso en el precio del cobre en el mercado internacional, que se tradujo en que el rubro de la minería terminara el año pasado con una baja superior al 2%.

En todos los casos, se trata de números preocupantes, que ratifican la sensación de estar frente a una economía sin vuelo, distante de su ritmo de expansión potencial del orden de 3%, y que obviamente debieran alimentar el debate sobre las medidas para aspirar a una real reactivación de la economía.

Pero no cualquier debate, sino que uno con altura de miras, ajeno a las tentadoras descalificaciones propias de un período electoral, con el foco puesto en el corto y mediano plazo.

Probablemente, entre quienes adjudican todos los males a las reformas y quienes ven las razones en el cuadro internacional, haya puntos de consenso -como el que apunta a la baja productividad- que den espacio para propuestas de consenso creativas y viables.

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