Editorial

Emergencia en la macrozona sur (II): ¿la respuesta indicada?

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l decreto de estado de emergencia en cuatro provincias del sur se entiende desde la lógica de restablecer la paz y el orden público quebrantados en esa parte del país -durante muchos años y bajo sucesivos gobiernos-, en un contexto de violencia que se ha intensificado recientemente. Así lo explicitó el Presidente Piñera el martes al hacer el anuncio.

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Sin embargo, existen motivos para cuestionar que la herramienta escogida para hacerle frente -el estado de excepción- sea la más indicada, si lo que se busca realmente es atacar el problema con visión de largo plazo. Esto es de entrada dudoso, considerando que el gobierno adopta esta medida excepcional a sólo meses de entregar el poder, y que el estado de excepción sólo rige por 15 días, extensibles a 30 (para alargar ese plazo se requiere autorización del Congreso).

La estrategia que implica el despliegue de efectivos de las FFAA en la zona es, por razones obvias, reservada. Pero cabe señalar que esas provincias han vivido bajo un estado de excepción por catástrofe durante la pandemia, sin que ello haya puesto coto a la violencia, que más bien ha aumentado en el período.

Por otro lado, es bien sabido que la gravedad y complejidad de lo que ocurre en La Araucanía y Bío-Bío demanda una respuesta del Estado que va más allá de lo solamente policial (de por sí muy compleja y hasta ahora infructuosa). Se trata de un auténtico quiebre del Estado de derecho que fue muy bien sintetizado en el anuncio presidencial, no sólo en el número, variedad y gravedad de los crímenes cometidos allá, sino en sus implicancias para las instituciones de justicia, para la paz social y para el progreso económico.

Si al terminar de regir el decreto de emergencia la violencia en el sur no ha amainado perceptible y duraderamente -o peor aun, si ha aumentado-, el gobierno bien puede estar creando las condiciones para un empeoramiento del conflicto. Y al hacer una apuesta que el país no puede darse el lujo de perder, puede estarle pasando una pesada mochila a su sucesor.

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